12 mayo 2018

Sentada en un salón perfectamente decorado


" (...) No puedo olvidarla, sentada en su salón perfectamente decorado, con sus bellos ojos enrojecidos por la ginebra y las lágrimas, asintiendo y asintiendo con la cabeza una y otra vez, tragándose cada una de las palabras mezquinas que me inspiraba la ginebra y todas las culpas que yo le echaba por el fracaso de mi libro, por mi derrota, por mi frío infierno. Y ella asentía y asentía con la cabeza una y otra vez, mordiéndose los labios, conteniendo cualquier muestra de venganza y tragando, porque, mientras ella era fuerte porque estaba segura de sus dones, yo era débil y paranoico porque no estaba seguro de los míos, y porque ella sabía que una verdad repentina que me dijese sería mortal (...)"

Truman Capote
(Fragmento del capítulo "Monstruos perfectos" de "Plegarias atendidas")