23 octubre 2016

Toda una vida en dos volquetes


Por Humberto Acciarressi

"Porque es así como te fastidia la vida. Te pilla cuando todavía tienes el alma adormecida y siembra en su interior una imagen, o un olor, o un sonido que después ya nunca puedes sacarte de encima". La frase se encuentra en "Tierras de cristal" del italiano Alessandro Baricco, y viene a cuento por algo que sucedió el fin de semana. Imagen, olor y sonido, dice el turinés. Ruidos insoportables de maderas, paquetes y bolsas de consorcio arrastradas por el largo pasillo de la planta baja. Un hedor insoportable a humedad y a viejo. Y tres, cuatro personas, tirando en dos volquetes todo lo que sacaban del departamento "C". Imagen, olor y sonido. Y ninguno agradable.

La vecina -profesora y trabajadora radial- murió hace cuatro años. Joven (con esa juventud que ronda los cincuenta) y repentinamente. La vida del resto del edificio, como suele suceder, siguió su curso. La única diferencia es que ya nadie paga las expensas y el departamento está al borde del remate judicial. Hasta el último fin de semana, cuando un familiar de la muerta llegó con un grupo de amigos y comenzaron a vaciar la casa en los volquetes. Periodista al fin, uno es curioso. Baricco dice que así te fastidia a veces la vida.

En menos de una hora, uno de los volquetes ya estaba repleto de juguetes, cuadernos de notas, álbumes de fotografías, ropa (mucha, al fin y al cabo la muerta era mujer y coqueta), libros de política, economía y recetarios de cocina, agendas y objetos varios que iban desde encendedores hasta porta-sahumerios. Y más ropa y más papeles con escrituras privadas que por pudor y respeto no debían leerse. La vida de una persona, sus sueños y sus derrotas, quedaron en esos ataúdes metálicos, así como su cuerpo en uno de madera cuatro años atrás.

Tres veces, por lo menos, los cartoneros vaciaron los dos volquetes. Y tres veces, por lo menos, los familiares de la muerta volvieron a llenarlos. En ningún momento le faltaron a la ceremonia los componentes de la descripción de Baricco: imagen, olor y sonido. Después, con la tarea concluida, familia y compañía se fueron del edificio, luego de anunciar que pondrían el departamento en venta. A la noche, la empresa de volquetes se los llevó con lo que no habían rescatado los cartoneros. En el pasillo apenas quedó el rastro de un olor de humedad, que al día siguiente el portero eliminó con un spray. Tiene razón Baricco: es asi como a veces te fastidia la vida.

(Escribí esta aguafuerte hace unos años para un medio gráfico y también la publiqué en otro blog. Ahora se me dio por volver a subirla)