05 mayo 2016

Una charla con Jairo a raíz de su espectáculo Jazziro


Por Humberto Acciarressi

Basado en un repertorio cien por ciento francés, con canciones de autores que van desde Edith Piaf y Jacques Brel hasta George Brassens a Charles Aznavour, pasando por Charles Trenet, Gilbert Becaud y Maxime Le Forestier entre otros, este viernes a las 21.30 se presentará en el Teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125) el espectáculo Jazziro, a cargo de Jairo, el baterista Minino Garay y el exquisito pianista francés Baptiste Trotignon, acompañados por el contrabajista Carlos "El tero" Buschini. El show recorre los clásicos de la música popular francesa en versión jazzística, como una especie de anticipo a la aparición de un disco grabado recientemente en París, en el que se logra una mixtura perfecta entre la música europea y la norteamericana con delicados colores folclóricos de nuestras latitudes. Precisamente por este motivo charlamos con Jairo sobre Jazziro y el CD que - dicen los componentes del grupo- saldrá en Francia en el mes de octubre y luego en la Argentina.

Dada tu historia parece que este disco era inevitable.

Es muy posible, sobre todo por mi vínculo con Francia, tan importante en todo sentido. Que yo cante grandes canciones francesas en versiones propias era algo previsible, pero la originalidad de esta propuesta es el estilo musical elegido para hacerlo: el jazz. A eso sumale un trío de grandísimos músicos del género. No creo exagerar si digo que es un lujo tenerlo en Argentina. Y si me lo permitís, la fusión de "chanson" y jazz funciona de maravillas.

Con tanto recorrido hecho y teniendo en cuenta ese contexto de "exilio" europeo, ¿qué aportó a tu vida vivir tantos años en París?

Digamos que puedo relacionar mi prolongada estancia en Francia con dos aspectos fundamentales para mi vida. El primero es profesional, ya que creo que allí maduré y crecí como artista. El nivel de exigencia en el que me desenvolví me hicieron mucho mejor artista. El segundo es el puramente humano, ya que fue en Francia donde crecieron mis hijos. Esa etapa, que es tan importante para las relaciones padre-hijo se desarrolló de la mejor de las maneras y Francia tiene mucho que ver en eso. Sin olvidar la maravillosa labor de mi mujer que llevó, en el aspecto de la educación de los chicos, el peso más grande. Pero, bueno, Francia nos facilitó las cosas. Y todo eso influyó positivamente en mi creación artística.

¿El tiempo modifica los estímulos para cantar?, o en todo caso, ¿a vos te los cambió?

La labor del artista, en la medida que éste se mueva en un gran espacio de libertad, puede ser infinita, siempre encontrará nuevos estímulos que se traducirán luego en proyectos. Y a eso añadile que, al menos en mi caso, en una actividad febril sin la cual me resultaría difícil encontrarle un sentido a mi paso por esta vida, a la que he venido a cantar y espero poder hacerlo mientras me sienta respaldado por mi físico por un lado, y por la gente, por el otro.

Aunque desde afuera parece poco probable, ¿en materia artística sentís que te quedan cosas pendientes?

Está claro que los artistas nos alimentamos con las ideas que puedan surgir de nuestro propio instinto. Por eso debemos hacerle caso. Eso me hace pensar que siempre habrá algo nuevo que hacer, una nueva canción que cantar o componer. Por ejemplo ya tengo un par de proyectos en puerta, y soy de los que llevan las cosas hasta el final. Por supuesto que nadie es inefable y algunas de esas ideas pueden "funcionar" mejor que otras, pero lo más importante es que nacen de lo más genuino de mi deseo de cumplir con mi vocación, que fue muy temprana y que hoy, pasados tantos años, permanece intacta en mi entusiasmo.

¿Cuáles son las claves para mantenerse vigente en un universo tan cambiante como la música?

No perder nunca de vista que esto es, como dije antes, una vocación, pero que también es una profesión. Una profesión que tiene sus normas que debemos respetar porque nos lleva a algo que no tienen todas las actividades: el contacto directo y masivo con la gente. Eso que llamamos público no es una abstracción de la que sólo conocemos los elogios del aplauso, sino que son mujeres y hombres de carne y hueso que viven con la misma intensidad que nosotros cada momento de su existencia. Si ellos nos favorecen con su reconocimiento debemos ser conscientes de que son ellos también los que, por la razón que sea, pueden dejarte en la banquina. No debemos olvidar que los artistas no se retiran solos: lo único que puede retirarlos es la indiferencia.

(Publicado en el diario "La Razón" de Buenos Aires)