27 marzo 2016

A Shakespeare no lo dejan en paz ni a cuatro siglos de su muerte


Por Humberto Acciarressi

En una oportunidad, entre varios escritos sobre el máximo dramaturgo y poeta inglés, rogábamos que "dejen en paz al pobre Shakespeare". Ahora, como ya sabés, estamos a cuatro siglos de su muerte, y además de los homenajes se reavivan las polémicas acerca de si el señor Shakespeare de Stratford-upon-Avon es el verdadero autor de su obra. Se trata de uno de los calvarios póstumos más renombrados, dado que -por ejemplo- en el caso de Homero ya se sabe que la Illiada y la Odisea fueron escritas por varias personas, a lo largo de algunos años. Pero en el caso de William la cosa es tan brava, que no hace mucho, un grupo de actores británicos reabrió la discusión con un manifiesto de pomposo título: "Declaración de duda razonable". Hijo ilegítimo de la reina Isabel o empresario que hacía pasar por suyas las obras de Francis Bacon, Christopher Marlowe o Edward de Vere, todo al resguardo de un hombre que escribió él mismo un epitafio tan vulgar que da pena. Y eso sin contar el testamento -con la única firma que se conoce de él- en el que le deja su "segunda mejor cama" a su esposa y en donde no habla de nada que se acerque a la literatura o al teatro o a los libros.

En los últimos tiempos se han conocido otras desgracias póstumas del pobre Shakespeare. Que acumuló alimentos durante los tiempos de miseria, que más tarde revendía a sus vecinos a precios siderales. Que fue un irredimible evasor de impuestos. Que era un feroz prestamista. Que "The flower", el más difundido de los cuadros que lo retratan es falso. Y mil cosas más. Lo curioso es que nada de esto se puede probar, ya que casi no existen documentos sobre él en el marco desquiciado de su época. Me gusta, cada vez que puedo, mencionar un excelente, casi desconocido e inusualmente editado libro de Mark Twain que lleva por título "¿Ha muerto Shakespeare?". En el mismo, el escritor del Mississippi se suma a los que ponen en duda la identidad de Shakespeare, con la prosa irónica, sarcástica, que caracterizó al autor de "El billete de un millón de dólares". Es justo reconocer algo a quienes me leen: es uno de los pocos que me han hecho dudar mucho.

También me he preguntado si es realmente importante saber quién es el autor de "Hamlet", "Macbeth" o "Sueño de una noche de verano", o si la pintura que se conoce de su cara es falsa. Lo dudo. En definitiva, sea el habitante de Stratford-upon-Avon u otro, fue quien escribió que "somos de la misma materia de la que se tejen los sueños". Y la literatura, ese vasto sueño que hace más llevadera la vida de millones de personas, le debe a ese señor inglés uno de sus capítulos más hermosos. Quiero terminar estas líneas con una enloquecida realidad. La visita de Barak Obama al país y el 40 aniversario del trágico golpe de estado en la Argentina, me llevaron a escribir sobre esos asuntos. Y entonces postergué esta columna sobre Shakespeare. Menos mal. En el interín, la BBC informó que un grupo de arqueólogos llegó a la conclusión que el cráneo de mister William habría sido robado por cazadores de trofeos en 1794, como ya había dado cuenta en 1879 una publicación británica, cuando no existían medios para comprobarlo fehacientemente sin abrir la tumba y alterarla. Como podrás observar, al pobre Shakespeare no lo dejan en paz ni a cuatro siglos de su muerte.

(Publicado en el diario "La Razón" de Buenos Aires)