19 septiembre 2015

Yoko Ono, mucho más que una viuda rica


Por Humberto Acciarressi

Fue una de las mujeres más odiadas del mundo y todavía no le cae bien a muchos, para quienes es la viuda rica de John Lennon. Falacias. Cuando en 1969 grabó con su flamante marido (se habían casado en Gibraltar) uno de los temas emblemáticos de aquellos años, "Give peace a change", esa japonesa que acompañaba en silencio a Lennon, con un perfil tan bajo que su presencia en los documentales de la época resultaba un poco incómoda, era una artista experimental de vasta trayectoria. Ya había estado en el grupo vanguardista “Fluxo” (que tenía por objeto fundir el arte en la realidad; hacerlo meter los pies en el barro de lo cotidiano) y ahora desarrollaba la "no-composición", que era la música imaginaria para ser degustada por gente que "la escuchaba" con su pensamiento. Era la gran exponente del arte conceptual. Eso sin contar sus influencias sobre el punk.

Pero Yoko Ono es, además, la autora de un libro con textos y dibujos suyos, hoy poco recordado. Se trata de “Grapefruit” (Pomelo), cuya primera edición limitada de 500 ejemplares en Tokio (1964) por Munternaum Press tiene textos brillantes; de una profundidad oriental en envase para espïritus occidentales. En 1970 se hizo la segunda edición ampliada con otros poemas y más dibujos, y el añadido del prólogo más conciso y cariñoso que yo recuerde: “¡Hola! Me llamo John Lennon. Quiero presentarles a Yoko Ono”. Hay que decir también que ella cambió más a los Beatles que los de Liverpool a ella. Eso puede verse en sus múltiples películas (unas veinte, entre ellas "Fly") y varios discos, aún más remotos que los que grabó con John, como “Two Virgins”, “Life with the Lions”, “Wedding álbum”, “Live Peace in Toronto” (de 1969 con Lennon, Eric Clapton, Klaus Voormann y Alan White, futuro batero de Yes) y naturalmente “Plastic Ono Band”.

Mientras en Estados Unidos era publicada la edición de 1970 de "Pomelo", en septiembre de ese mismo año Ediciones de la Flor, gracias a Daniel Divinsky, hacía lo propio en la Argentina. Un lujo de aquellos años argentinos y que ahora tengo la suerte de haber encontrado en mi biblioteca. La tapa de aquella edición local estaba realizada por Oscar Smöje y la traducción de la obra de Yoko fue de Susana "Piri" Lugones. La nieta de don Leopoldo había sido una de las parejas de Rodolfo Walsh en los 60 y posteriormente corrió la misma suerte que él, al ser secuestrada durante la última dictadura militar. Pero eso es otra historia. Después de la muerte de John, Ono fue destrozada por la crítica en cada ocasión en la que presentó algo nuevo. Ahora está preparando hacer un Signo de la Paz gigante, formado por personas, para meterlo en el Libro Guiness. Eso para celebrar, en los primeros días de octubre, lo que sería el 75 cumpleaños de Lennon.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)