21 julio 2015

Lo de las encuestadoras ya es un chiste de mal gusto


Por Humberto Acciarressi

Algunos se la atribuyen a Umberto Eco, pero no es de su estilo y en todo caso la copió. Además está registrada desde mucho tiempo antes. Es más factible que sea de Bernard Shaw, otro de los presuntos autores de la boutade, aunque hay que reconocer que al irlandés como a su compatriota Oscar Wilde les achacan frases que jamás soñaron. La cita en cuestión es la que sostiene que la ciencia de las estadísticas "es aquella según la cual si un hombre come dos pollos y otro ninguno, comieron un pollo cada uno". Sea quien sea el que la dijo, la recordé por el nuevo fracaso en los pronósticos de las encuestadoras en el ballotage porteño, aunque - justo es decirlo- no se limitan a la Argentina. Más allá de ganadores y perdedores en la elección que puso al ninguneado Martín Lousteau en la cresta de la ola y a Rodriguez Larreta al borde un ataque de nervios, los verdaderos papeloneros de la jornada democrática fueron los encuestadores.

Resulta obvio que las consultoras publiquen los datos que quieren escuchar aquellos que les pagan (en general los oficialismos y en el mundo entero), pero, últimamente, a los muchachos se les va la mano. Una de ellas, que preveía una diferencia de 12,2 a favor de Rodriguez Larreta por sobre Lousteau, no tuvo empacho en reconocer que el sondeo fue hecho sobre 800 llamados telefónicos. Es decir nada. Apenas 200 menos que la marquetinera Poliarquía, que también le chingó a los resultados de manera lamentable. Pero no sólo eso, sino que hasta fallaron en los "boca de urna", como se pudo comprobar en el programa de Mauro Viale, que con metáforas y jueguitos suele encargarse de pasar los "resultados" cada media o una hora, en plena veda electoral.

Los que hemos vivido más elecciones y tenemos memoria, antes de las prohibiciones internacionales a la difusión de los datos de las encuestadoras en las cercanías de los comicios, recordamos cuando los márgenes de error apenas superaban el 2 % como mucho. Reiteramos: hay quienes sostienen que esto no es un error, sino que los números se brindan de esa forma por encargo y para dirigir la opinión de los votantes Lo que se denomina "efecto arrastre" y consiste en que la gente suele votar por el que va adelante, sea por triunfalismo o estrategia, La ciencia ha demostrado que este fenómeno se ha incrementado a partir de la década del 80 y es altamente nocivo. Pero en el reino de mantener las formas, y para explicar el fracaso a posteriori, cosa de seguir facturando, la franja de la duda se fue extendiendo cada vez más. Tal vez no esté lejano el día en que una encuestadora vaticine que gana "el candidato tal" por 20%, con un margen de error de -100% y +100%. Vos reíte, pero en realidad es para llorar.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)