05 julio 2015

El genio despiadado de Truman Capote


Por Humberto Acciarressi

Hay que admitir que nunca le salió demasiado bien, pero hay constancias de que Truman Capote siempre trató de "guardar las formas", incluso con sus desafíos verbales al estilo de "soy alcohólico, soy drogadicto, soy homosexual, soy un genio". A veces, hacer escándalos es una forma de pasar inadvertido. En 1947, cuando recién dejaba la adolescencia, escribía "Otras voces y otros ámbitos" y se preparaba para crear los recursos literarios que renovarían la escritura del siglo, posó con cara de niño terrible para Henri Cartier-Bresson. La foto célebre es, ni más ni menos, lo que Truman esperaba de sí mismo. Fue uno de los literatos más genuinos del siglo, y su obra, más que deudora, es acreedora de otras posteriores. Y esto por mal que le caiga a los seguidores de Norman Mailer, que criticó duramente "A sangre fría" y después siguió sus pasos con "La canción del verdugo", publicada casi quince años más tarde.

Capote fue autor de varias hazañas: se codeó con los poderosos y luego los desmenuzó con crueldad prolija.Hay que señalar, para no ser injustos, que sus "víctimas" del jet-set adoraban ser viviseccionadas por este geniecillo que con dos adjetivos podía hundir o elevar a cualquiera. Entre tanto periodismo cholulo y sin contenido, el de Capote -tanto ayer como hoy- resulta incómodo. Sobre todo si eso va acompañado por reportajes como los realizados a Marilyn Monroe o al siempre malhumorado Marlon Brando, a quien hizo confesar su homosexualidad. Y ni hablar de las más de 200 veces que visitó a Perry Smith en su celda (condenado a muerte junto a Dick Hickock) para escribir la obra maestra del siglo XX, "A sangre fría", con la que creó la "non-fiction novel". Las nuevas generaciones de periodistas deberían dedicarle más tiempo a la obra de este loco lindo de las letras.

Este seductor endiablado, confeso "necesitado de afecto", no dudó en arrojar a los perros la virilidad de Errol Flynn al hacer público que había sido su amante. O en calificar que "Jane Fonda es para vomitar"; "Robert De Niro es el hombre invisible: no existe";o "Meryl Streep es fastidiosa porque parece un pollo". Alcohol y drogas lo llevaron de la melancolía a las internaciones. En 1978 anunció su suicidio en cámaras. No cumplió. Vivió unos años más con su sombrero Stetson, el moño, los anteojos negros y su genio provocador. Capote había nacido el 30 de septiembre de 1924; falleció en agosto de 1984, días antes de cumplir sesenta. Su anfitriona en Los Angeles lo encontró muerto en su cuarto, trabajando en "Plegarias atendidas", el libro que abre con la frase de Santa Teresa que conocemos gracias a él: "Se han derramado más lágrimas por las plegarias atendidas que por las que quedaron sin respuesta". Se puede sospechar que le hubiera gustado vivir un par de meses más, para terminar la obra y asistir a su propia fiesta de cumpleaños.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)