10 mayo 2015

Pablo Echarri, el moderno Mefisto argentino


Por Humberto Acciarressi

En 1981, el director y guionista húngaro István Szabó llevó a la pantalla grande el film "Mefisto" -ganador del Oscar a la Mejor Película Extranjera-, basado en el libro, magnífico, de Klaus Mann, hijo de Thomas Mann, el escritor más influyente de la literatura alemana del siglo XX. Klaus, como toda su familia, fue un antifascista comprometido, más tarde investigado por el FBI por comunista y homosexual. Una de las características de la obra del autor de "Mefisto" tuvo un punto sobre el que volvió varias veces: la denuncia de "la ignorancia cómoda frente a los crímenes nazis", lo que hacía extensivo a la mayoría del pueblo alemán. Algunas de sus obras de teatro fueron llevadas al cine: además de la mencionada "Mefisto", Rossellini filmó "Paisá", y Visconti la soberbia y demencial vida de Luis II de Baviera en el film "Ludwig". El lluvioso 21 de mayo de 1949, hastiado, el hijo de Thomas Mann se quitó la vida en una habitación alquilada en Cannes.

En su libro llevado al cine por Szabó, un actor de los años 30 se ve perturbado en los inicios del nazismo y el triunfo de Hitler en las elecciones de 1933 (se dice que es una cuasi biografía del célebre Gustaf Gründens). Al comienzo, este artista sostiene que la política no le interesa, pero cuando observa que todos buscan el calor al amparo del poder, no sólo hace lo mismo, sino que además se convierte en un personaje de peso en el seno del partido Nacional Socialista. Y además, comienza a atacar a los judíos, a los comunistas, a los gitanos, a los actores que no piensan como él, es decir a todos aquellos que no comulgan con las ideas de Hitler, a quien idolatra. Tanto sus andanzas como su final te lo dejamos para que leas el libro o veas la magistral adaptación en la película de Szabó. Hoy, cuando leí las declaraciones que hizo el militante kirchnerista y actor Pablo Echarri, inmediatamente pensé en Mefisto. No soy un genio: fue apenas sentido común. El propagandista político y hoy productor atacó, como hace unos añitos nomás lo hizo Fito Páez, a los porteños y a quienes residen en la ciudad de Buenos Aires por haber dejado tan mal parado a Mariano Recalde (a quien no menciona), el mimado de la presidente, que "festejó" la peor derrota del kirchnerismo en su historia.

Lo curioso es que en la misma entrevista, opinando sobre Aníbal Pachano, expresa textualmente: "Pachano en general no tiene la más puta idea de lo que dice" y añade "que se enfrenta sin tener mucha idea de lo que va diciendo". Si no fuera que se está refiriendo a un colega con más trayectoria que él, podría decirse que Echarri está esbozando su propia autobiografía. Y señalo esto porque prefiero creer que es un idiota, antes que un vivillo que le lame las botas al poder para beneficiarse monetariamente, como casi todo el gobierno que defiende. Y para colmo, después dice que Pachano no posee noción "de lo que habla" y aclara que "tiene una idea básicamente contraria a la que tengo yo". A confesión de partes, relevo de pruebas. Para este Mefisto, el que no piensa como él es desechable. Echarri es, básicamente, un fascista. No el sentido del neologismo con el que actualmente se trata de "fascista" a cualquiera, sino en el más estricto concepto mussoliniano (estos kirchneristas deberían leer un poco más e instruirse sobre política y corrientes ideológicas, y dejar de lado las cadenas nacionales o "678").

El reportaje en el que Echarri hizo sus desmesuradas, discriminatorias y resentidas declaraciones, tuvo lugar en el programa de Dady Brieva por Radio América. Y es realmente increíble. Por un lado sostiene que discute de manera "altruista" y "sin querer tener la verdad absoluta", y acto seguido señala que "la Capital Federal es un reducto del pensamiento conservador y de derecha, un espacio imposible de conquistar" (lo cual indica que tampoco sabe nada de historia argentina, además de estar lleno de lugares comunes de los que se reía el propio Arturo Jauretche, del que se llenan la boca aquellos que jamás lo leyeron). Pero más allá de estas consideraciones, no vaya el lector a creer que espero que Echarri piense, reflexione, o cuanto menos analice porqué la ciudadanía liberal y la de izquierda, repudió al candidato K en la Capital Federal, lugar en el que -igual que Fito Páez- este moderno Mefisto se cansó de ganar la plata que le permite hablar desde vaya uno a saber qué raras alturas.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)

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