18 abril 2015

Dalton Trumbo y una anécdota de Kirk Douglas y "Espartaco"


Por Humberto Acciarressi

Hace casi una década, en mi blog personal, se produjo uno de esos lindos intercambios que antes eran tan comunes y que luego mermaron cuando la gente advirtió que es más cómodo insultar que reflexionar. Allí se trataba de cine y, en especial, de Kirk Douglas. No recuerdo bien el por qué, aunque el asunto se dirimió con citas de "Lust for Life" (traducida como "El loco del pelo rojo"), con Douglas y Anthony Quinn, en la que se cuenta la tragedia de Vincent Van Gogh en varios tramos de su relación con Gauguin. También se hizo referencia, me parece recordar, a "El trompetista", "El gran carnaval", "El día de los tramposos". Puedo olvidarme de alguna de las que citábamos en aquel viejo post, pero es imposible no evocar "Espartaco". Esta película que cuenta las aventuras de ese esclavo rebelde de las canteras de Libia que se termina convirtiendo en gladiador, no es una de las películas que más me gusten. Ni entre las de Kirk Douglas ni entre las dirigidas por Stanley Kubrick.

Pero más allá de los gustos personales, y con un elenco de lujo que incluía a Tony Curtis, Peter Ustinov, Lawrence Oliver, John Gavin y Charles Laughton, entre otros, "Espartaco" obtuvo con sus más de tres horas de duración, cuatro premios Oscar. Este film de Kubrick (que comenzó dirigiendo Anthonny Mann, quien luego abandonó el proyecto) marcó el regreso público de uno de los escritores y guionistas perseguidos por el macartismo en los 50: Dalton Trumbo. Fue precisamente él quien adaptó la novela de Howard Fast. Y se sabe que aunque su nombre no figuraba en los créditos cuando comenzó a proyectarse, todo el mundo sabía que el mérito era suyo. Y fue entonces que se produjo un de los hechos más lamentables en la carrera y en la vida de Kubrick: quiso atribuirse toda la gloria.

Muchos manifestaron su desagrado, pero en las sombras. Ya había transcurrido el tiempo y las listas negras de Hollywood ya pertenecían al olvido, si bien siempre peligroso en aquellos años de Guerra Fría. Sólo uno fue el que insistió hasta el hartazgo con el asunto: el propio Kirk Douglas. Fue gracias a él y a su justa terquedad, lo que permitió que el nombre de uno de los integrantes de la blacklist de los Diez de Hollywood apareciera por primera vez en los créditos. No huelga anotar que Trumbo no había podido asistir a la entrega de los Oscar, cuando en años diferentes los obtuvo con "Vacaciones en Roma" (la misma que lanzó al estrellato a Audrey Hepburn) y con "The Brave one", que firmó con el seudónimo Robert Rich porque su nombre estaba prohibido. Trumbo dirigió dos películas: un basada en su propia novela, "Johnny cogió su fusil", y algunos documentales. Pero fundamentalmente fue guionista de 68 obras, muchas de las cuales firmó con seudónimos en aquellos años de censura y persecución.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)