25 marzo 2015

Beatriz Rojkés de Alperovich y la verdadera cara del "relato K"


Por Humberto Acciarressi

Nadie, con dos dedos de frente, puede creerle a la senadora Beatriz Rojkés de Alperovich. No sólo en lo atinente al escándalo que acaba de provocar ni a sus disculpas, sino sencillamente nada. Que se le haya soltado la cadena ante un grupo de damnificados por las inundaciones en la cada vez más pobre provincia de Tucumán no es casual. Hace rato que muchos kirchneristas abandonaron "el relato" y muestran su verdadera cara, desde la presidente de la Nación para abajo. Pero que haya maltratado a un pobre hombre cuya casa está bajo el agua con la frase "pedazo de animal" y "vago de miércoles", y encima jactarse de tener "diez mansiones", no sólo "una", como se le insinuó, ya rompió los moldes. La esposa de José Alperovich y por eso primera dama de Tucumán, que en su momento llegó a estar segunda detrás del procesado vicepresidente Boudou en la línea presidencial, ahora mostró la hilacha del todo.

La misma enriquecida fonoaudióloga (debe haber sido una "fonoaudióloga exitosa" para tener diez mansiones, así como otras fueron "exitosas abogadas"), es la misma que en anteriores oportunidades pasó de sostener que "Tomás Eloy Martínez le hace mal a Tucumán"; acusar de "prensa obscena" a la que reflejó la fortuna que gastó en la fiesta de una nieta en medio de las inundaciones; decirle a Susana Trimarco -madre de la secuestrada Marita Verón- que "la prostitución existe y seguirá existiendo"; insultar la memoria de un chico suicidado bajo los efectos de la droga con la frase dirigida a su madre: "Al menos ahora, Dora (Yañez), vas a poder dormir tranquila, porque tu hijo no está más en la calle". Hay mucho más en el listado de esta estanciera con quien Jauretche se hubiera hecho una fiesta. Aunque lo dramático es que no sólo ella piensa así. "La señora" -como utilizaría el término un moderno Ricardo Rojas o un descriptivo Roberto Arlt- es igual de reaccionaria y despreciativa con los que menos tienen, como casi todos quienes la acompañan con cargos ejecutivos o electivos. Y "el relato" fue inventado para contrarrestar eso.

La senadora -lo que da lástima siquiera mencionar por la clase de gente que ocupa la Cámara Alta de la Nación - salió a pedir "perdón". Ella puede negarlo, pero la orden le vino de muy arriba. No hay que olvidar que estamos en un año electoral. No es la primera vez que pide disculpas: lo mismo hacen los golpeadores mientras siguen tirando piñas. Pero -como señalamos más arriba- nadie le cree. Porque no existe persona que respete a la ciudadanía y pida perdón acusando que "el incidente estuvo preparado". En cuanto a que la suya - de acuerdo a sus palabras- fue la reacción fue "de una persona que está al borde del cansancio psíquico y físico", tal vez deba consultarlo con su médico. En todo caso para que se encuentre mejor cuando tenga que rendir cuenta de las diez mansiones que reconoció tener en cámaras, tirando por la borda "el relato" más berreta que se haya concebido en un país con tantos grandes escritores.


(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)