27 marzo 2015

A cinco años de la muerte de Jim Marshall, la mirada del rock


Por Humberto Acciarressi


El 24 de marzo del 2010, hace ahora un lustro, James Marshall, Jim, estaba preparando una exposición suya en Nueva York para el 26 y la presentación de su libro "Match Prints". En esa tarea se encontraba cuando, a los 74 años, se lo llevó la muerte. Fue un gran fotógrafo, pero no "cualquier fotógrafo", ya que formó parte, desde su profesión, de la historia del rock internacional. Fue, además, un ícono de varias generaciones, gracias a sus retratos de las máximas estrellas de este género. Todo comenzó cuando el poseído Hendrix del Festival de Monterrey de 1967, quemando su guitarra en medio de una orgía de sensaciones, fue captado por la cámara de Jim Marshall, lo que llevó a éste al cielo de la fotografía profesional. En ese momento, Marshall inmortalizó a su tocayo violero (Hendrix se llamaba James Marshall, igual que él) y comenzó a forjar su propia leyenda en un ámbito propicio a estar poblado de mitos.

Este artista tan singular cuya obra magnífica recorre muestras y páginas de libros, podía jactarse de muchas cosas. Por ejemplo, fue el único al que se le permitió ingresar en el camarín de los Beatles, durante el último concierto de la gira final del cuarteto de Liverpool. Fue, por otro lodo, el fotógrafo que acompañó a Johnny Cash a la cárcel de San Quintín, donde lo retrató con una actitud desafiante. Y como si fuera poco, fue el fotógrafo oficial de Woodstock, con lo cual bastaría para que su nombre quedara en la memoria de varias generaciones. Ante su lente desfilaron los Rolling Stones, Janis Joplin, The Who, Jim Morrison, Bob Dylan (entre ellas, la que está cantando junto a Pete Seeger en el Festival de Folk de Newport en 1963) o Chuck Berry, por nombrar apenas a algunos, a quienes hay que añadir a grandes leyendas del jazz, como John Coltrane o Miles Davis.

Jim Marshall, en cada acto de su vida, fue un artista de los mejores y casi no hubo gusto estético que no se diera. Diseñó casi quinientas portadas de discos y hasta su muerte se mantuvo activo, con su cámara a cuestas, retratando a músicos como Ben Harper, Lenny Kravitz o Velvet Revolver. "Esta carrera nunca ha sido un trabajo; ha sido mi vida", escribió en una oportunidad el fotógrafo. Como escribimos al comienzo, en la mañana siguiente a su muerte tenía que presentar su nuevo libro, que fue un trabajo conjunto con su colega Timothy White. Con más de setenta años tenía una vitalidad de la que carecen muchos jóvenes. Y además la exhibición en el Staley Wise Gallery, en el Soho. Decir que fue el más grande fotógrafo del rock no es exagerado. Quienes no conocen sus fotos, basta googlear su nombre y llevar el cursor a "imágenes". Y quien pueda, que busque sus libros portfolios.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)