01 noviembre 2014

A 55 años de "El almuerzo desnudo", de William Burroughs

William Burroughs dibujado por Charles Burns
Por Humberto Acciarressi

William Burroughs, el dato obviamente no se te escapa, fue uno de los más formidables escritores del siglo XX. Y no lo fue por ser polémico y extravagante, como tantos otros. Lo fue por su obra, pura y exclusivamente. Lo demás fue accesorio, parte de la novela de su vida. Su obra más famosa -según la revista Time una de las cien mejores en idioma inglés entre 1923 y 2005- es “El almuerzo desnudo”, aquel libro sobre cuyo propio autor decía que podía leerse de cualquier forma, empezando por donde se quisiera. Una especie de "Rayuela" cortazariana, pero anterior. O mejor ejemplo todavía, “62 modelo para armar”. En el caso de "Naked Lunch", las experiencias del propio Burroughs, esas que alternaron en partes iguales la narrativa y la ingesta de cualquier droga que le pusieran a su alcance, están narradas de tal manera que todo quien conozca algo de la biografía del autor sabe que el libro es casi cien por cien autobiográfico. El asunto es que no todos hacen de su vida una obra de arte.

Publicado en 1959, hace 55 años, el título de ese libro – luego acortado- se lo sugirió a Burroughs su discípulo y amigo Jack Kerouak: “Almuerzo desnudo: un instante helado en el que todos ven lo que hay en la punta de sus tenedores”. Evidentemente, el padre de la Beat Generation también recibía cosas de sus hijos más dilectos. Lo cierto es que la publicación de la novela desató un gran escándalo en el mundo editorial de los Estados Unidos y tuvo que afrontar diversos procesos legales por obscenidad. Era de esperar. Las descripciones de las calles de Tánger, Nueva York, Chicago, México -todas ellas y ninguna-, vistas por un sujeto en vuelos siderales por efecto de alucinógenos varios, llegan a picos de tal intensidad que el lector termina feliz, pero exhausto. El propio creador manifestó en su momento: "No pretendo imponer relato, argumento, continuidad. En la medida en que consigo un registro directo de ciertas áreas del proceso psíquico, quizá desempeñe una función concreta. No pretendo entretener”.

“Almuerzo desnudo” (el artículo “El” desapareció en sucesivas ediciones) es un no libro, que transcurrre en un no lugar (aunque hay detalles que lo diferencian de la clásica utopía), y cuya característica fundamental es que está regido por la paranoia más radical. No se registra casi nada que Burroughs no haya experimentado. De lo único que se privó fue de la mesura. Para el escritor, el lenguaje es la primera traba de la que tiene que despojarse un ser humano. O para manifestarlo de otra manera, romper con él hasta constituir una verdadera revolución. El dilema es que “la cárcel perfecta es aquella en la que no sabes que estás dentro de una cárcel”. Aunque años más tarde David Cronenberg haya sido criticado por su adaptación de la novela de la que ahora se cumple otro aniversario (criticada, valga la aclaración, por quienes ponen a Burroughs en un pedestal que el propio escritor repudiaba), el clima del film respeta fielmente el de la obra.Y si te queda alguna duda volvé a leer el libro y a ver la película.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)

 
WILLIAM BURROUGHS Y JOE STRUMMER