06 junio 2014

"Exile On Main St", una gira célebre y Truman Capote


Por Humberto Acciarressi

El príncipe Rupert Lowenstein, un personaje fuera de serie, asesor financiero de los Rolling Stones, allá por el comienzo de la década del setenta juntó a los miembros de la banda británica y les dijo sin pelos en la lengua: "Se escapan del país por dos años o el fisco los manda a la bancarrota". Los laboristas de Harold Wilson se la tenían jurada a varios millonarios, entre ellos los Stones. Por las dudas, los músicos ni lo pensaron. En julio de 1971 levantaron campamento del Reino Unido y desembarcaron con equipos, colaboradores y amigos en un castillo en el sur de Francia, alquilado por Keith Richard. Como dato de color (o de color negro trágico) el lugar había sido cuartel general de la Gestapo en el transcurso de la ocupación nazi de Francia durante la Segunda Guerra Mundial.

Como ya te imaginás, en poco tiempo el castillo se convirtió en un reino de la psicodelia, con música y excesos de todo tipo, que culminó con una placa mítica e iconográfica de los Stones: "Exile on Main St". Jagger and company llegaban de "Sticky Fingers" y, entre experimento y tradición grupal, alcanzaron una impresionante fusión de géneros, del rock al jazz, del boogie al rockabilly, del gospel al country. De aquella aventura no sólo quedó un disco que a comienzos de junio de 1972 ya había superado todas las barreras en Estados Unidos e Inglaterra, sino también un documental, "Stone in Exile", sobre el que ya nos referimos oportunamente. Entre los más destacados críticos del rock mundial, Lester Bangs escribió: "Exile es lo suficientemente denso como para ser apremiante. Es muy dificil de escuchar a la primera vez, pero la perfección y la furia aparecen escuchándola con cada reproducción, que además asegura tu vuelta al disco".

Lo cierto es que la placa, que con el tiempo pasó a figurar entre las más importantes de todas las épocas por las revistas especializadas, llevó a los Stones a una gira promocional por América en junio y julio de 1972. Fue tan importante el acontecimiento, que las publicaciones asignaron a sus mejores periodistas. La Rolling Stone envió nada menos que a Truman Capote, quien estuvo acompañado por la escritora Lee Radziwill, por entonces esposa de un príncipe polaco y hermana menor de Jacqueline Bouvier, es decir Jackie Kennedy, Lamentablemente, Capote se llevó una pésima impresión del grupo. En criollo, no se los bancó. Escribió pestes y, en Nueva Orleans, se bajó del tren de la gira como solía hacerlo el autor de "A sangre fría": con finas y feroces ironías. The Tonight Show lo tuvo de invitado durante varias emisiones, durante las cuales -con su sarcasmo impar- les pegó por todos lados a los Stones. Ese desencuentro, sin embargo, no disminuye ni a uno ni a otros. Tanto Truman como los Rolling están donde están sin necesitarse mutuamente. O, mejor aún, a pesar de sus desavenencias.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)