11 mayo 2014

La noche que Richards le mostró un riff a Jagger


Por Humberto Acciarressi

Era la noche del 6 de mayo de 1965 y los integrantes de los Rolling Stones descansaban de las idas y vueltas de su tercera gira por los Estados Unidos. Desde tiempo atrás, los integrantes de la banda veían que al dúo de compositores de los Beatles, Lennon y McCartney, les iba muy bien con los temas que salían como chispas de su imaginación para convertirse en éxitos rotundos ¿Y nosotros por qué no?, cuentan que Jagger le dijo a Richards en un ensayo, en Inglaterra, precisamente mientras compartían música y tragos con los cuatro de Liverpool. Pero esa noche del hotel Fort Harrison, en Florida, Keith Richards se levantó de la cama, encendió una grabadora de esas que ahora parecen prehistóricas y registró en la cinta un riff con el que había soñado.

Al violero le gustó a medias, pero sintió el impulso de despertar a Jagger, que no le dio demasiada importancia en ese momento. La leyenda dice que Richards tituló ese riff como "2 minutos de satisfacción y 40 minutos de mis ronquidos", ya que dejó la grabadora girando mientras iba hasta la cama de su compañero y retornaba a la suya para seguir durmiendo. Un par de días más tarde, mientras se encontraban en un estudio de grabación, a Jagger le gustó el riff (más tarde comentó que era a Richards a quien le parecía básico), y se dispuso a escribir algo con ese comienzo. El 10 de mayo, a menos de una semana del sueño del stone de la viola virtuosa, Mick garabateó la letra en las salas del Chess Studios de Chicago. Sus palabras, claro, tenían como introducción el riff de su amigo.

Inmediatamente, en el mismo estudio en el que Jagger parió los versos que iban a marcar a varias generaciones, los Stones -con Brian Jones en la armónica- grabaron el tema. Dos días más tarde, en las salas de RCA en Hollywood, volvieron a estamparla en una cinta, esta vez con Richards haciendo una voz de fondo, mientras sonaban unas panderetas que tocaba un colaborador de los británicos. Casi en tren de juego, Keith le añadió un fuzz a su viola utilizando un pedal Gibson Maestro, algo insólito para esa época. Dicen que no le gustó y todos añaden que no le hicieron caso. El efecto finalmente quedó y al tema se le puso nombre: "(I Can´t Get No) Satisfaction". La canción impresionó tanto a los productores, que cuando los ingleses aún estaban en Estados Unidos, London Records lanzó un sencillo con la composición, antes de que concluyera mayo de 1965. Los Stones no fueron informados. Y menos de un mes más tarde del sueño de Richards, "Satisfaction" ya estaba en el tope de los charts. Más tarde, claro, vendría la historia conocida de la canción, que da por si sola para escribir un libro.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)