08 marzo 2014

Al que no le gusta la música, ¿qué le gusta?


Por Humberto Acciarressi

Dicen -jamás lo he comprobado, y hasta diria que es un adagio falso- que "sobre gustos no hay nada escrito". Personalmente he leído decenas de libros sobre gustos de todo tipo, desde gastronómicos hasta sexuales, desde ensayos académicos hasta poesías arrabaleras. Y sin ir muy lejos acabo de echarle una leída a un estudio de la Universidad de Barcelona, que arroja un resultado bastante curioso: a un 5% de la humanidad la música no le mueve un pelo. O para decirlo con las palabras de la investigación, "no les produce placer" (aunque tampoco displacer). Confieso que estuve un rato tratando de imaginarme la vida sin música y me resulta imposible. No creo conocer a nadie que no sienta lo mismo. Incluso puedo conceder que algunos se duermen en un recital, pero eso explica cierto nexo entre el sonido musical y el receptor, del que carece ese 5%.

Un tal Joseph Marco-Pallarés, jefe del equipo de investigadores, señaló que muchos de los integrantes de ese extraño 5% indicaron que -palabras más, palabras menos- "son indiferentes a la música, pero no al sexo o a la comida". Lo cual carece por completo de sentido, salvo que quieran precisar que no son marcianos u organismos unicelulares. Y aún así es una acotación estúpída. Es como decir "no me gusta el bife de lomo pero me encanta la sopa de verduras". Hay que añadir que los expertos descartaron la amusia, que es un desorden que provoca problemas de percepción de la música. Efectivamente no es así en esos casos. Los científicos hicieron un interesante aunque aburrido listado de pruebas, del que te voy a privar por compasión, pero cuya síntesis es: "No sienten nada con la música". Y punto.

Un dato curioso es que los especialistas de la Universidad de Barcelona recurrieron a críticos musicales y ejecutantes para hacer la selección musical a la que luego fueron sometidos todos los participantes, que sumaban varios centenares. Esa música que para el 95% resultó más o menos placentera (de acuerdo a la franja en la que luego quedó cada uno), tuvo una columna vertebral integrada por "Barcelona" por Monserrat Caballé y Freddie Mercury, "Nessum Dorma" de Giacomo Puccini, "Carmina Burana" de Carl Off, "The sound of silence" de Simon and Garfunkel, "Canon in D" de Johann Pachelbel, "El Cant dels Ocells" de Paul Casals, "Para Elisa" de Beethoven, "Now We Are Free" de Hans Zimmer y Lisa Gerrard, "El lago de los cisnes" de Tachaikovsky, "River flows in you" de Yiruma, "La lista de Schindler" de John Williams y dos movimientos de "Las Cuatro estaciones"de Vivaldi. Valga una aclaración: la nómina contiene músicas muy conocidas -no necesariamente buenas o las mejores de cada autor- que generalmente provocan cambios en las ondas cerebrales de la mayoría de las personas. Salvo en ese 5% tan molesto para quienes amamos la música.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)