22 enero 2014

"1984" en el aniversario de la muerte de Orwell


Por Humberto Acciarressi

Se cumple un nuevo aniversario de la muerte de George Orwell, ocurrida el 21 de enero de 1950, en una Londres que se recuperaba de las heridas de la Segunda Guerra Mundial. Otro día para recordar a quien legó a la posteridad -al margen de sus otros libros - dos obras icónicas de la distopía: "1984 y "Rebelión en la granja". Claro que para llegar a eso, antes habían sucedido interesantes experimentos literarios: la isla de maravilla imaginada por Tomás Moro en "Utopía", el "Heptaplomeres" de Jean Bodin, la "Ciudad del sol" de Tomás Campanella, los "Viajes por Icaria" de Esteban Cabet, por mencionar algunos paraísos soñados. Claro que todos habían escrito antes del siglo XX y de la noción positivista de encontrarse al borde del abismo.

Fue entonces cuando autores como Herbert Wells -"La máquina del tiempo" es un ejemplo- comenzaron a peguntarse si era posible sobrevivir en un mundo deshumanizado. Aldous Huxley con "Un mundo feliz" y "Ciego en Gaza" fustigó, en el lapso entre guerras, el culto desmedido por la técnica. Hay muchos ejemplos que vinieron a caballo de las obras maestras de la ciencia-ficción. Sin embargo, el 13 de julio de 1949, a cuatro años de la bomba atómica sobre Hiroshima, los campos de concentración nazis y el inicio de la expansión stanilista, apareció "1984" de George Orwell.La lectura de ese libro es -diría- indispensable. Lo mismo que la magnífica adaptación cinematográfica con John Hurt, Richard Burton y Suzanna Hamilton, dirigidos por Michael Radford.

Se advertirá que la excusa del aniversario de la muerte de Orwell viene al dedillo para abordar su obra cumbre. Y en rigor sobran los motivos para eso, y hasta aventuraría que cada vez más. Para que se tenga una idea, en la novela icónica de la distopía se contabilizan 137 previsiones sobre métodos excepcionales de gobierno, obviamente autoritarios y/o totalitarios. Cuando se llegó al 1984 real (que Orwell puso al alcance de la mano, ya que no imaginó un futuro de un millar de años), de esas siniestras previsiones se habían cumplido un centenar, en gobiernos de toda índole. El libro de Orwell es la anti utopía perfecta, en la que no cabe ni un vestigio de esperanza: el autor se encargó de tirar todas las llaves. Si Oscar Wilde postulaba que la realidad imita al arte, el caso de "1984" es paradigmático. Aunque en rigor sepamos que ambos interactúan y que hay creadores que, con el anticipo de una era, pueden hacer enciclopedias. El autor inglés es un ejemplo.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)