16 septiembre 2012

A más e-mails, se incrementa la locura


Por Humberto Acciarressi

No es novedad que un periodista se vea obligado a pegarle un vistazo a cada mail que le mandan, ya que en cualquier línea puede haber una nota a la espera de ser escrita. Supongo que para los oficinistas, bancarios, administrativos y trabajos similares la cosa va por el mismo lado. Pero basta de vueltas: el exceso de correos electrónicos causan stress en los trabajadores. Eso dice un estudio realizado en una universidad belga, aunque hace rato que los que reciben muchos mails andan haciendo señas como en el Borda.

Lo que precisa la investigación va un poco más alla, aunque no hace hincapie en el concepto "asesino serial". Pero los spams, las newsletters o mensajes por suscripción -al que generalmente nunca te suscribiste- acarrean daños psíquicos. Allá por 1970, Alvin Tofler, en su novela "Future shock", había popularizdo un término: la "infobesidad". Tenemos cuarenta años más de tecnología y múltiples medios de comunicación, de manera que eso quedó corto.

Los investigadores belgas encontraron otra cosa bastante alarmante: la sobrecarga de información provoca interrupciones cada siete minutos y cada trabajador emplea el 30% de su jornada en atender llamadas y leer e-mails. Y no quiero dejar pasar la ocasión para hablar de una raza insoportable de humanoides: la de aquellos que te envían un correo electrónico y te llaman a los cinco minutos para verificar si lo recibiste. Personalmente los odio con un entusiasmo digno de mejores causas. Pero son una plaga.

El estudio tiene por objetivo establecer la relación trabajador-nuevas tecnologías. Como si la vida de uno terminara con el trabajo. Agrego que si cuando llegás a tu casa comenzás a leer los mails particulares, te conectás a una o varias redes sociales, o simplemente resolvés caminar por la calle, pero no parás de recibir mensajitos en el celular con promesas de beneficios que no son tales, suena raro que la tasa de psicóticos no aumente como una bola de nieve. Y sólo para consignarlo: mientras escribí esto me llegaron casi cincuenta mails.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)