27 agosto 2012

Las tres millones de abejas del chino loco

Por Humberto Acciarressi

Otra vez un chino haciendo bizarradas. Esta vez se trata de Yi Gin Chen, habitante del barrio de Queens, Nueva York, quien tenía en el patio de su casa 45 colmenas con tres millones de abejas. Había comenzado con unas pocas, pero en menos de dos años se desbocó y los bichos se convirtieron en una plaga del barrio. Alertadas por las quejas, las autoridades tomaron cartas en el asunto y le confiscaron todos los panales. Y allí se llevaron una sorpresa.

Efectivamente, el propio presidente de la Asociación de Apicultores de Nueva York, Andrew Coté, ofreció una conferencia de prensa y contó que las abejas estaban "gravemente enfermas, porque su propietario les había extraído toda la miel y se estaban muriendo de hambre". ¡¡¡¡¡....!!!!! Una bestia, el chino. Estaba matando de hambre a los bichos. Lástima que no se lo comieron antes de la requisa policial.

Esta historia es la comidilla de los apicultores de la Gran Manzana, quienes aseguran que jamás vieron algo así en sus abejorras vidas. Para colmo, la acumulación de panales y bichos estaba a menos de un metro de la vereda, con lo cual ponía en riesgo a todos los que pasaban. Y el chino -que en su país natal había criado abejas- se cansó de comer miel, que además vendía. Claro que en su locura no les dejó ni un poco a las productoras, que se le comenzaron a morir de hambre.

Un apicultor miembro de la ONG Abejas sin Fronteras (no te rías, existe de verdad), señaló por su lado que uno puede tener en la casa uno, dos, tres perros, "pero nunca cien". Esto lo dijo mientras instalaba pantallas protectoras a los panales -tarea que demandó horas- porque la policía ni se quería acercar a los insectos. La hija de Yi, que pidió no ser identificada, se paseó por varios medios locales quejándose: "Vienen a casa y arbitrariamente nos quitan las abejas. Así no se puede vivir". Una loca. El padre, por lo menos, reconoció al Daily News: "Y, sí, la verdad la cosa se me fue de las manos".

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)