24 agosto 2012

Facekini, moda de las chinas en la playa


Por Humberto Acciarressi

China da para todo. Según los últimos datos tiene -chino más, chino menos- 1.339.724.852 habitantes. Dado ese número, cualquier moda que cunda es inevitablemente masiva. Ahora, las playas de la región de Qungdao están repletas de mujeres que se cubren la cara con una especie de máscara que las protege del sol. La llaman el Facekini. Y son realmente espeluznantes.

Ni siquiera tienen una estética más o menos definida, sino que son como bolsas con cuatro agujeros hechos a la altura de los ojos, la nariz y la boca. Parecen máscaras de ladrones de película clase B, aunque sospecho que éstas son mejores. Lo curioso es que se trata de un "invento" de una diseñadora japonesa, que encontró en ese mamarracho una manera de evitar la piel bronceada, que en el gigante asiático es señal de bajo status. Como diría la Nannis, "es grasa", ya que se asocia con los trabajos manuales en el campo.

El asunto es que este pasamontañas berreta y de plástico hace que las mujeres puedan ir a la playa, disfrutar del agua y la arena, y a la noche estar más pálidas que el fantasmita Casper. Es tal el éxito de esta porquería, que se especula que en el futuro también lo adoptarán los hombres. Y no te quepa duda que si ahora está en la playa, no debe faltar mucho para que salte a las calles de las ciudades.

Lo único que distingue la "prenda" como un objeto de la moda y un trapo sucio con cuatro agujeros, es que el Facekini se presenta en varios colores. De un pésimo gusto, es cierto. Pero colores al fin. Lo que nadie puede dudar es que las playas chinas se convertirán en el lugar ideal para que un chorro haga de las suyas. Puede ser el único sitio en donde un enmascarado pase inadvertido. Por otro lado, se acabaron los romances de verano y el levante en la playa ¿Quién se arriesgará a tirarle los perros a alguien cuya cara puede ser la de Barnie Gómez en un cuerpo de mujer? En lo más profundo creo que los chinos, al ser tantos, adoptan estas costumbres para no matarse entre ellos.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)