16 agosto 2012

Aquellas palabras que entiende un perro

Por Humberto Acciarressi

En esta columna nos hemos referido a perros ciegos, astronautas, telépatas, deprimidos, amigos de los gatos, jugadores y otras extrañezas más. Ahora, un investigador canino de la Universidad de British Columbia en Vancouver, afirma que los perros nos entienden lo más bien cuando les hablamos. Y va más alla al añadir que los pichichos distinguen sin problemas entre 160 y 200 palabras. Desde ya te adelanto que conozco gente que entiende menos.

Jugado el todo por el todo, Stanley Coren (el científico de marras) sostiene que los canes están en condiciones de resolver problemas complejos, con habilidades mentales similares a las de un chico de dos años. Lo que no es poco. Es decir, es poco para un ser humano, pero para un perro es un escándalo. Sobre todo si tenemos en cuenta que a los dos años, un nene ya dice "mamá y "papá" y señala cosas que quiere. Y que si eso lo hiciera tu mascota, lo más probable es que llamaras a un exorcista.

Para que no vayas por la vida mandándote la parte con la inteligencia de tu perro, tené en cuenta que si todos entienden 160 palabras, sólo algunos captan 200. Digo, nomás, no sea cosa que te pongas a charlar con uno que resulta que te entiende apenas la mitad de lo que hablás y te sientas frustrado. Para que tengas una idea -sólo eso, ya que hay excepciones- los collies son los más inteligentes, seguidos por los caniches y los pastores alemanes. Cuarto y quinto se encuentran el golden retriever y el doberman, respectivamente.

En el Instituto Max Planck de Alemania trabajaron con un border collie (que no es lo mismo que un collie border) llamado Rico, que entiende 200 palabras. Si lo analizás, son muchas. Comida, cama, cucha, gato, nene, aterosclerosis, garganta, cucharón, Hermenegildo, bicicleta. Allí fueron apenas diez. Faltan 190. Con estos datos, hay que concluir que si un perro no hace las palabras cruzadas es por fiaca o porque prefiere sacarle filo a sus colmillos con un hueso. Porque inteligencia no le falta.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)