07 junio 2012

Orville, el gato muerto que vuela


Por Humberto Acciarressi

Las mascotas no son un adorno. Lo saben todos aquellos que tienen una, sea un perro, un gato, un hámster, un pez o una lagartija. Uno crea con ellas un vínculo que excede las explicaciones, mucho más si se trata de canes o felinos. Milan Kundera escribió alguna vez que no hay como el amor de un perro, tan incondicional que no pide nada a cambio y no quiere modificar al ser amado. Es decir, no quiere hacerlo a imagen y semejanza suya. Aunque menos, con los gatos pasa algo similar.

La muerte de una mascota implica siempre un luto. Hay, incluso, quienes en una costumbre un poco morbosa las embalsaman y las mantienen en el living de la casa (en la novela "Los asesinos de los días de fiesta", Marco Denevi cuenta la historia real de un japonés que hizo eso con la esposa, aunque esto da para otra historia). Bart Jansen, un artista holandés, fue mucho más alla en el arte de lo macabro. Hasta no hace mucho tenía un gato llamado Orville, que perdió sus siete vidas bajo las ruedas de un auto.

Frente a esta tragedia, Bart se lo tomó con calma y encaró la más extraña y bizarra de las opciones posibles. Agarró el cadáver del minino y lo transformó en un helicóptero volador: el Orvillecóptero, un extraño aparejo mitad máquina y mitad animal. Lo curioso es que su dueño lo había bautizado Orville en honor de Orville Wright, uno de los famosos hermanos pioneros de la aviación. Llamativamente, a la muerte del gatito, el homenaje póstumo también lo vincula a los vuelos.

Ya sin vida, Orville vuela a control remoto, gracias a que el macabro artista le metió dentro un motor Lotus T580 y en sus patas cuatro hélices.Hasta el momento los traslados aéreos son limitados, pero Bart tiene pensado ponerle un motor más potente y unas piezas más importantes. Y anunció que eso lo hará para el cumpleaños del gato difunto. "Dentro de poco estará volando con los pájaros que tanto le gustaban", señaló el holandés, a quien todos consideran un tipo cruel. Para mí es apenas un tarado.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)