09 febrero 2012

Spinetta y las canciones eternas

Por Humberto Acciarressi

Cuarenta discos de los cuales treinta son de estudio, arrancando con "Almendra" -al frente de la banda mítica- y concluyendo con "Un mañana" en el 2008, transforman el legado musical del Flaco Spinetta en uno de los más ricos de la música popular argentina. La frase de Charly -"Spinetta y yo... el resto viene lejos" - no es broma. Unos podemos agregar al Indio Solari, otros a Gustavo Cerati, contra gustos no hay nada escrito, pero el bicolor no se equivoca. El rock, el blues, el jazz, el tango, la fusión de los géneros: Luis Alberto siempre puso la música sobre los rótulos.

Durante el parate de un recital, a comienzos de los 90, el Flaco le comentó al autor de estas líneas: "Es terrible, mientras uno está tocando acá, el maestro Piazzolla está en estado vegetativo". La anécdota no es ociosa. No fueron pocos los que en el ámbito del rock tradicional, como a Piazzolla en el tango, ningunearon a Spinetta. A muchos, por ejemplo, les parecía excesivo el entusiasmo de este surrealista de la música que llevó a sus composiciones motivos y reflexiones de sus lecturas de Rimbaud, Jung, Nietzsche, Foucault, Deleuze o Artaud (precisamente el nombre que le da a uno de sus discos), Y no sólo en los ámbitos del mal llamado rock barrial.


A diferencia de Charly o Nebbia, Spinetta tuvo una formación autodidacta. La complejidad de sus temas, letra y música ligadas sin fisuras, hacen que aún haya gente que no crea esa condición. Al frente de Almendra, Pescado Rabioso, Invisible, Spinetta Jade, Spinetta y los Socios del Desierto; como solista o en dúos memorables con Charly, Calamaro, Fito Páez, Pappo, por nombrar algunos, el Flaco deja canciones que será imposible obviar en cualquier estudio que se haga de la música argentina desde los 60 en adelante. Tuvo la suerte, en vida, de escuchar versionadas canciones suyas por intérpretes varios.

Muchos recordarán su último recital en Vélez en 2009, junto a las Bandas Eternas. Más de cinco horas históricas repasando toda su carrera acompañado de cada uno de los grupos que lideró. Y con invitados como Fito, Charly, Mollo, Juanse o Cerati. La poesía - también eterna-, el aire de bossa-nova, jazz e influencias dispares como Los Beatles o Piazzolla en Almendra, los riffs agresivos de Invisible, el surrealismo a full de Pescado Rabioso, la permanente improvisación de su actividad solista, no se olvidarán. Al margen, claro, de lo que escribió en su zamba "Barro tal vez" (que compuso a los 15 años y grabó en el disco "Kamikase" de 1982): "Si no canto lo que siento, me voy a morir por dentro". Por eso su música está destinada a vivir.

(Publicado en el diario "La Razón, de Buenos Aires)