25 enero 2012

¿Qué hacer si te encontrás con un ET?


Por Humberto Acciarressi

En 1959, cuando se fundó el SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence) era apenas un hombre y un telescopio. Ahora, después de más de medio siglo buscando comunicarse con extraterrestres gracias a muchas donaciones privadas, está al borde de su desaparición. A los seres humanos no parece importarle demasiado si hay o no vida fuera de la Tierra, dónde tienen problemas más serios que resolver. De cualquier manera, los científicos que trabajan en el asunto no saben qué responder a una pregunta clave: ¿qué hacer si uno recibe un mensaje de un ET?

Parece mentira, pero es así. Miles de libros y películas, buenos y pésimos, no lograron inspirar a quienes tienen la sartén por el mango. Los que alimentan teorías conspirativas dicen que los gobiernos deberían esconder el descubrimiento (y que eso es lo que hacen). Los que ven un OVNI en cualquier cosa que se cae del balcón de un edificio, aseguran que estamos tan avanzados tecnológicamente, que sería imposible ocultarlo. Y dan como ejemplo que si un científico del SETI advirtiera en su computadora un "Hola terrestres, soy el hermano de ALF", en menos de una semana (que es lo que se tardaría en verificar el dato, según afirman) ya todos lo estarían twitteando, escribiendo en sus blogs o contándoselo por mails a sus amigos y parientes.

Pero el problema no radica allí. Los integrantes de la comunidad SETI dicen que más importante que recibir la señal es responderla. Y como suelen sostener los fanáticos de las sectas platillistas (aunque no sea el caso), se cree que todo lo que viene del espacio exterior es bueno. El "Marte Ataca" cinematográfico de Tim Burton o "La guerra de los mundos" de Herbert Wells no le enseñaron nada a muchos de estos necios. Hay quienes argumentan que lo mejor es enviar los contenidos de toda internet y que los extraterrestres tengan suficiente información para establecer patrones. Otros opinan que debe haber algo más cordial que tirarles todo ese barullo. Mientras, el cartero no llamó ni una vez.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)