03 agosto 2011

El Chavo del 8, ¿cornudo y evasor?


Por Humberto Acciarressi

Es una bomba lanzada a casi cuarenta años de la serie cómica mexicana El Chavo del 8. Quico (Carlos Villagrán) largó una primicia que a cuatro décadas es un anacronismo sin remedio. El personaje de los mofletes redondos tuvo un affaire amoroso con Doña Florinda (Florinda Meza), que ya en esa época era la pareja del Chavo (Roberto Gómez Bolaño). Obviamente, durante esas escaramuzas amatorias, Quico no se ponía a gritar su clásico "¡Cállate, cállate, cállate que me desesperas!", y Chespirito no parece haber sabido nada entonces. Mirá vos la que se traía bajo el brazo ese "nene" con cara repugnante y mofletudo, de nueve años y trajecito de marinero. En la serie, como se recuerda, era hijo de Doña Florinda (es decir, una verdadera relación incestuosa) y su padre había muerto comido por un tiburón.Por eso, cuando le preguntaban, él contestaba: "Descansa en pez".

El tema es que nadie en la vecindad (el conventillo, bah) sabía nada, salvo los involucrados, mientras que los chicos de varios países reían con lo que sucedía en la serie. Lo cierto es que un día Quico desapareció del programa y las versiones hablaron de los celos de Gómez Bolaños, que no soportaba que el personaje de Villagrán tuviera más fama que el suyo. Ahora podemos agregar esta nueva teoría, confirmada precisamente por uno de los involucrados en el triángulo amoroso. Eso explicaría la rivalidad entre ambos cómicos, que nunca pudo ser subsanada.

De hecho, en recientes declaraciones, Quico dijo que Gómez Bolaños "es un tramposo que no paga impuestos por las regalías que cobra" y que "lleva años quedándose con la parte de mis ganancias". Es decir que de chorro a cornudo, pasando por evasor impositivo, Villagrán "Quico" le dio sin asco a su antiguo jefe y productor. En cuanto a la Chilindrina (María Antonieta de las Nieves), que también mantiene pleitos con el Chavo, Quico dijo: "No me junto con esa chusma". En fin, una sarta de conventilleros. Y conste que todo lo que escribí acá fue sin querer queriendo.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)