07 julio 2011

Para huir de la cárcel, nunca una valija




Por Humberto Acciarressi

Debería haberlo logrado. La locura, en ocasiones, tendría que ser premiada. Porque hay que estar más que chiflado para tratar de escaparse de una cárcel de extrema seguridad, metido como un contorsionista en una valija un poco más grande que un bolso de mano. El hecho ocurrió en México, donde un chamaco sentenciado a 20 años de prisión por delitos varios, purgaba su condena en la prisión de Chetumal, en el estado mexicano de Quintana Roo. En verdad, el suceso tenía todos los condimentos para un buen policial, pero terminó en una comedia bizarra.

Todo comenzó cuando los guardias de la prisión observaron a una joven embarazada -María del Mar Arjona Rivera, de 19 años- transpirando como un burro mientras arrastraba una valija. Cuando uno de los guardiacárceles le hizo un chiste, ella contestó que llevaba ropa sucia y siguió caminando. Presos y custodios la miraban transportando el bulto, que parecía cada vez más pesado.Hasta que una de las ruedas del mismo salió despedida.

Por gentileza, más que por sospechas, los guardias fueron a ayudarla y abrieron la valija. Para sorpresa unánime, dentro de ella encontraron al preso Juan Ramírez Tijerina, doblado inhumanamente sobre sí mismo. El tipo estaba vestido únicamente con medias y calzoncillos ¿Sabés cuál fue la reacción de las autoridades carcelarias? Todos comenzaron a reir, en un crescendo que se contagió a los otros condenados y sus familiares.

La historia tiene un costado menos divertido. La mujer, que obviamente quedó detenida, tuvo que ser trasladada de urgencia al hospital debido a las complicaciones en su embarazo, causadas por el traslado de la valija. Lo peor es que cuando esté bien, irá al banquillo de los acusados por el delito de evasión de presos. El marido, en tanto, ya está nuevamente en su celda. Seguramente maquinando otra fórmula para escaparse, aunque no sólo de la cárcel sino también del ridículo. Esto último, a todas luces, es lo que más le costará.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)