25 mayo 2011

No le gustás por alto, sino por matón


Por Humberto Acciarressi

La fantasía de muchos hombres es que las mujeres prefieren a los altos por lindos (¿es realmente así?) y que enanos exitosos como Danny DeVito, Woody Allen o Shakiro -está bien, no exageremos-, lo son porque viven al calor de la fama y el dinero. Pues bien. Son todos delirios, fantasías en el mejor de los casos. La realidad es que las mujeres los prefieren altos por...¡¡¡una cuestión de supervivencia!!! ¿De qué hablas, Willis? Sí. Y lo dice la ciencia.

La universidad de UTA (no de la Unión Tranviaria Automotor sino el college de Estados Unidos), dice que los más altos no son más bellos ni más sanos, sino que golpear hacia abajo les proporciona una ventaja en el combate. Ya en el colmo del dislate, el estudio dice que mantenerse sobre sus dos piernas los hace superiores a los que están en cuatro patas. Con lo cual hay que concluir que para la ciencia, los enanos caminan sobre todas sus extremidades. Esto, a primera vista, no parece cierto. Y si no lo es, ¡enanos del mundo, uníos! y hagan una presentación en el INADI. Una cosa es que digan que no saben pelear, y otra muy distinta que los traten de cuadrúpedos.

Precisamente basándose en estos datos, los científicos dicen que las mujeres prefieren a los varones de más de 1,80 porque tienen mayor facilidad para pelear por ellas y defender sus recursos. Un biólogo muy importante del equipo -el nombre mucho no interesa, ya que yo cuando termine de escribir esto y vos de leerlo ya no lo recordaremos- asegura que nuestros antepasados adoptaron la postura bípeda “para que los machos pudieran pegarse y matarse mejor”. Lo que por cierto no habla muy bien de la evolución humana.

En síntesis, a no ponerse mal si una mujer te compara con un jugador de básquet. Lo que está buscando no es un hombre más lindo ni más sexy ni más cariñoso, sino un matón. Cosa que yo también haría si en la esquina me esperara un gorila para romperme la nariz. En el fondo uno es un sentimental y está siempre comprendiendo a las mujeres.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)