10 mayo 2011

Largá la mamadera...!!!


Por Humberto Acciarressi

Les parecerá extraño (o no), pero sé de chicos que han tomado la mamadera hasta los tres o cuatro años. Algunos adultos, incluso, confiesan que lo han hecho por más tiempo. Y no hablamos del chupete porque no es el tema que nos ocupa hoy, pero sé de una persona que usó hasta los 10 años...¡¡¡el mismo!!! Y no era un cerdo ni su madre una sucia, o por lo menos eso era lo que se contaba en el barrio de Belgrano hace unos años. Puedo asegurar, ya que hablé con el "chupetinero", que no se trata de una leyenda urbana. Pero volvamos a las mamaderas.

Un estudio acaba de señalar que los bebés que toman la mamadera hasta los dos años, corren un serio riesgo de ser obesos a los cinco. No a los veinte, a los treinta o a los cuarenta. No, a los cinco añitos. Y de alli larga la carrera de romper balanzas para el pobre pibe, que el único error que cometió fue llorar de noche y que los padres, para dormir tranquilos, le enchufaran una mamadera de leche, repleta, calentita y sabrosa para el infante. Dicho esto, no caben dudas que la culpa -como dice el refrán- no la tiene el chancho, sino quien le da de comer.

Lo ideal, sostienen los especialistas, es que el nene largue la mamadera antes del año. Y que duerma de un tirón sin molestar a los papis, a quienes lo que menos les importa en una noche sin poder dormir es si en el biberón hay leche, cerveza o ron. Tampoco hay que exagerar. No darle la mamadera no significa que para paliar la ansiedad oral de la criatura deba apelarse a un bife de lomo con papas fritas, o a un asado de tira bien grasoso, o bien a una suculenta polenta con salsa a los cuatro quesos acompañada con dos flautitas de pan embebidas. En ese caso el bebé será igualmente gordito, y eso te lo digo yo sin necesidad de un estudio. Todo esto, claro, es un corpus de consejos para padres, dando por sentado que ningún bebé está leyendo esta columna. Ahora bien: si el que toma la mamadera tiene veinte años ya no importa si es gordo o flaco, sino que vaya urgente a un psiquiatra.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)