Recordás el caso. Hace unas semanas, se supo que un nene de dos años -Ardi Rizal- se bajaba cuarenta cigarrillos diarios y su madre había reconocido que era "totalmente adicto" al faso. Sin embargo, el padre de la criatura decía a los diarios:"A mí me parece que está sano. No veo cuál es el problema". El bebé fumón, que vive en una localidad de Indonesia, además no quiere caminar (se desplaza por la casa en un autito de juguete), es obeso y cuando se enoja se golpea la cabeza contra la pared. Un sujetillo insoportable. Bueno, la noticia es que ahora dejó de fumar. Sí. Largó el faso. Claro que tuvieron que intervenir psicólogos y asistentes sociales. Yo, por las dudas, no le preguntaría que quiere ahora.
