10 abril 2010

La "luz" al final del túnel


Por Humberto Acciarressi

Lo primero es lo primero. Hasta el momento, salvo en el transcurso de alguna sesión espiritista, ningún muerto ha vuelto para contar nada de su tránsito de un estado a otro. La famosa luz de Sueiro, la del bodrio fílmico Ghost, la de Poltergeist, y otras tantas bizarradas similares, parece tener un asidero científico. Lo que nadie dice es que todos quienes vieron la luz al final del túnel (sin ser un borracho parado sobre las vías del subte), sobrevivieron. Es decir que pudieron contar el cuento. Más claro echarle agua. Ningún muerto nos dijo nada, y los zombies sólo están interesados en comer cerebros y no en narrar experiencias de vida (o de muerte).

Así y todo, las versiones varían y no son concluyentes. ¿Es la luz el equivalente a una lamparita de 100 watts?, ¿te encadila o te alumbra el camino?, ¿es tenue como la de una vela o parece la marquesina de un casino de Las Vegas?, ¿gasta mucho o es de bajo consumo? Preguntas que la ciencia no responde, porque lo que tiene hasta ahora es el relato de los sobrevivientes. E insistimos, no se ponen de acuerdo. En las antiguas mitologías, que narran los tiempos en que se estilaban las vacaciones en el reino de los muertos, no se habla de ninguna luz. Y no porque faltaran siglos para que Edison inventara la lamparita. Finalmente una pregunta que no parece menor: ¿qué empresa tiene el monopolio de esa luz? Y la factura, ¿la paga el muerto o el dueño de casa? Por las dudas, preparemos las linternas.

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)