30 noviembre 2009

Freddy Mercury: ese especie de magia


Por Humberto Acciarressi

Fue la voz más impresionante que tuvo la historia del rock. Fue, además, el más contundente transmisor de energía desde un escenario, en un rubro donde la polenta escénica es ineludible. Fue Freddy Mercury, cuyos datos biográficos, los anteriores a su fama, pueden resumirse en cuatro o cinco anécdotas: nació el 5 de septiembre de 1946 en la isla africana de Zanzíbar, frente a las costas de Tanzania, con el nombre de Frederick Bulsara; de chico tocaba el piano como un eximio; dibujaba con arte, amaba el teatro y el cine; a los 15 estaba instalado en los suburbios de Londres; fue ilustrador y diseñador gráfico; y en 1968 fundó Queen con Roger Taylor, Brian May y John Deacon.


Casi todo se ha dicho sobre la superbanda de los 70, que cruzó los 80 y se disolvió en los noventa por la muerte de su alma mater el 24 de noviembre de 1991. Desde la primera placa en 1973 ("Queen") hasta "Innuendo" (el último que se grabó en estudio, editado en 1991), pasando por "Queen II", "Certero ataque al corazón", "Una noche en la Opera", "Un día en las carreras", "Noticias del mundo", "Jazz", "Una especie de magia", "El milagro", entre otros, la banda inglesa alcanzó los 19 títulos. Para tener en cuenta: la "Reina" y The Beatles fueron las dos únicas superbandas que, una vez separadas, siguieron facturando en forma sostenida. Pero hay algo que debe señalarse más alla de toda otra cuestión. La sensualidad y el exhibicionismo escénico de Freddy, el timbre impar de su voz, sus recursos teatrales y operísticos, esa estética que trasladaba de la música a los videoclips del grupo y a su propia vida, lo convirtieron en uno de los artistas del siglo XX que supo integrar las corrientes de vanguardia con lo popular.


Cuando supo que estaba condenado a morir, el cantante se encerró en el estudio de grabación y produjo un material espléndido, que sus compañeros de banda tradujeron en "Made in Heaven" ("Hecho en el cielo"). Una especie de testamento. En uno de los temas, "Mother love", Freddy canta "soy un hombre de mundo y dicen que soy fuerte. Pero mi corazón pesa y ya no tengo esperanza". Con ese disco póstumo se cerró la carrera de Queen, una de las bandas más potentes de la historia. (y que perdonen las versiones posteriores, ya sin Mercury). No está demás considerar que la Reina tenía una estructura casi básica: la guitarra inconfundible de Brian May, el bajo - sostenido y casi percusionista - de John Deacon, y la batería de Roger Taylor. Y claro, la voz única, imposible de imitar, de Freddy, el cuarto instrumento de la banda.




Los argentinos pudimos apreciar en vivo esa magia. Fue a fines de febrero de 1981, cuando tocaron en Buenos Aires (en Velez), en Rosario (en el gigante de Arroyito) y en Mar del Plata. Esas presentaciones son difíciles de olvidar. De esos días es la foto famosa de los integrantes de Queen con Diego Maradona, en la que el "10" tiene una camiseta inglesa y Freddy una de la selección argentina, la misma con la que subió al escenario. Mercury murió un día después de haber confesado al mundo que padecía el SIDA, así como a fines de los 70 había revelado su homosexualidad. Nunca se arrepintió de nada. En un mundo de noblezas devaluadas, la digna actitud de una Reina.

(Publicado en el suplemento de música "Te Suena" de La Razón, de Buenos Aires)