15 mayo 2009

No es un bobo, está creando

Por Humberto Acciarressi

La expresión más nula que la de un plumífero, la mirada tan perdida como la de Homero Simpson en una clase de astrofísica, un hilo de baba que se desliza morosamente por su barbilla. Esta sentado en el banco de una plaza, ajeno al clima y a los transeúntes. Siempre en Babia, en las nubes de Ubeda, es el típico personaje inmortalizado por escritores como Arlt y poetas como Discépolo. Ningún vínculo con el soñador por el que pedía Lennon. Y si llegara a decir -cosa improbable- la frase "Tengo un sueño", nadie la asociaría a Luther King y hasta le entenderían "Tengo sueño". Las viejas de barrio sentenciarían: un bobo sin remedio.

Pero qué tamaño error. Ese indigente de reacciones, incapaz de concentrarse, es el típico sujeto que "sueña despierto". ¿Un vago?, ¿un cómodo sin remedio? Jamás. Se trata de una persona que está, casi, en el límite con el genio. Eso es lo que sostiene el área de Neurociencia de la Universidad de British Columbia. Para decirlo con mayor claridad: soñar despierto (poéticamente se señala "cuando el cerebro vaga sin rumbo") es la mejor manera de resolver problemas complejos. Mucho mejor que la concentración intensa.

Dicho esto, habrá que cambiar el paradigma y volver a aquella idea del poeta alemán Hölderlin, cuando ya había caido en la locura más absoluta: "El hombre es un Dios cuando sueña, y un pobre mendigo cuando piensa". Y si ves a alguien con la mirada perdida y babeándose en la calle, no lo molestes. Está creando.

(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)