26 febrero 2008

Sasturain, Ver para leer y las excepciones


Esta charla con el amigo Juan Sasturain tuvo lugar hace unos cuatro o cinco meses, cuando aún se pasaban por TV los capítulos originales de "Ver para leer", y así la publiqué en su momento. Ahora, y en relación a la entrada anterior, hay que señalar que Telefé está repitiendo el ciclo, y que, en todo caso, es una de las cosas que vale la pena reiterar a la espera de nuevas emisiones. Asimismo, las cosas que dice Sasturain siguen vigentes y son, en un sentido amplio, atemporales. Por eso subimos este reportaje que nació tomando un café en San Telmo. Hablamos de lo que sigue:

JUAN SASTURAIN: "SE VIVE MEJOR LEYENDO"

Por Humberto Acciarressi

La televisión argentina –no es un secreto– gusta sumar rating con bailes del caño, programas de aspirantes a famosos y espectáculos que desvirtúan a autores que alertaban sobre la llegada de un Big Brother. En este escenario televisivo, "Ver para leer", el excelente programa de Juan Sasturain que se emite los domingos a la noche por Telefé, es una rareza. Rara avis –que se entienda– de las que uno quisiera ver reiterado en la caja chica.

Lo curioso es que su conductor, un hombre que por cierto no responde al estereotipo televisivo, cuando comenzó el ciclo ya era uno de los más importantes narradores argentinos. Aunque –aclaremos– no hace mucho apareció su único libro de poesías "Carta al sargento Kirk y otros poemas de ocasión". Inevitable, en este sentido, no recordar libros memorables como "Manual de perdedores" (con aquella frase que lo justifica: "Nadie puede jubilarse de los sueños sin enloquecer"), "Los dedos de Walt Disney", "Arena en los zapatos" y "Los sentidos del agua". Y los títulos siguen. Café por medio, nos dejamos llevar por la charla en un boliche de Alsina y Defensa.Entre recuerdos de las primeras lecturas "cuando iba al colegio secundario" y opiniones sobre el arte de tapa de los libros actuales ("debe cuidarse mucho, como una atención al lector"), surge el comentario obvio:

-Eso, además, ayuda a la lectura...
Pero claro. La lectura, que es una enfermedad sin vacuna, a veces comienza por la tapa.

-¿No te parece que en la actualidad hay más gente que escribe?
No sólo eso. Me parece que hay más gente que escribe bien. Cada vez hay más poetas y narradores. Y la media entre ellos es muy alta.

-Pienso en anteriores generaciones y en nombres como los de Puig, Saer, Di Benedetto...
Bueno, ellos son los que quedaron por decantación, por lecturas. Piglia tiene una frase extraordinaria: hay autores que pierden lectores con el tiempo y otros que los ganan. La literatura es así.

-Lo que habla de cierto relativismo.
Claro. Los que quedan son los textos. Por eso, a veces la visión muy cercana no permite ver las cosas con claridad. Sólo en perspectiva se puede ver el valor de un libro. Y en definitiva, todo el mundo tiene el derecho de ser juzgado por lo mejor.

-No sé por qué, recuerdo a Fontanarrosa.
El es un buen ejemplo. El Negro fue una manera de ser leído. El se disimuló como autor. En su caso, a diferencia de los autores que se cultivan como personajes, el lector tiene que hacer todo el trabajo.

-Es obvio que vos trabajás mucho tus textos
La verdad que sí. Lo laburo mucho por exigencia personal. Mentiría si dijera que lo hago pensando en el lector. Trabajo el lenguaje con una visión convencional del relato. Y aunque suene raro busco una síntesis entre Borges y Oesterheld.

-¿Cómo encaja todo esto en el programa?
Yo participo bastante. En lo que hace a los textos, yo tiro una serie de los cuales me gustaría hablar. El campo es tan ilimitado como la literatura universal. No estoy ni me siento condicionado a hablar de novedades.

-¿Cuál es el objetivo final?
Familiarizar a la gente con el libro, convertirlo en una cosa de uso cercana, y siempre desde el gusto y el placer de leer, no desde la imposición.

-Resulta muy divertido verte "actuar" ciertas situaciones, con gente como Laiseca, Piglia o Birmajer.
Creo que ese es uno de los logros del programa. Yo hago de mí mismo, lo que es una suerte, y los invitados también. Y sin embargo está esa cuestión de la actuación. En general, una persona vinculada al ambiente literario tradicional no se imagina a Ricardo (Piglia) haciendo un origami en el Jardín Japonés.

-¿Se podrá vivir sin leer?
Se puede vivir muy bien sin leer, pero se vive mucho mejor leyendo. Y esto vale en tanto es fuente de placer, ya que se lee por gusto, no cabe otra razón.

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)