27 junio 2007

El agente 86 y la "99" en TV Guide


Un aeropuerto para Ovnis en Puerto Rico


Perdido entre los numerosos cables que llegan a mi mesa de trabajo, hay uno que me llamó especialmente la atención. Dice, palabras más, palabras menos, que el próximo sábado, Lajas (Puerto Rico) festejará el Día Nacional de los Ovnis. La ciudad ha sido apodada "capital de Ovnis" y Reynaldo Ríos (foto), presidente de la organización Ovnipuerto, llamó a "una vigilia mundial". Para que vean que la cosa va en serio, en Lajas hay un aeropuerto extraterrestre. Sin embargo, hasta donde sabemos, allí nunca aterrizó un Ovni. Me queda una duda: ¿cuál es la bebida alcohólica que prefieren los portorriqueños?. No abusen muchachos, que van a soñar con marcianos.

26 junio 2007

Ricota

Hace poco más de tres años (fue el triste 10 de febrero de 2004), cuando murió Astor, mi perro compañero, pensé que nunca más tendría una mascota. Pero el futuro siempre depara cosas que estamos lejos de imaginar. El domingo, día de elecciones en Buenos Aires y aniversario de Carlos Gardel, llegó a casa Ricota. Sobre sus andanzas, que serán muchas, este blog irá dando cuenta. A veces, la vida de una gatita puede ser más interesante que la de algunos seres humanos. Pero ahora quiero agradecer a Sandra, del Hogar de Protección Lourdes, un sitio donde aman y enseñan a amar a los animales, brindan atención a gatos abandonados y luego, como en este caso, los dan en adopción. Tarea que hacen en silencio y que hay que estimular. Ricota, como la bautizamos, agradecida. Y nosotros también.


25 junio 2007

Primeros Modernos en Buenos Aires

"El despertar de la criada", de Eduardo Sívori
Por los 110 años de la inauguración del Museo Nacional de Bellas Artes, cumplidos el último diciembre, se inaugura la muestra "Primeros Modernos en Buenos Aires (1876–1896)". Esta exposición muestra la trayectoria de aquellos artistas que fundaron en 1876 la Sociedad Estímulo de Bellas Artes y luego, de regreso de los viajes a Europa, crearon el Museo, la Academia, e instalaron desde el Ateneo la costumbre de las muestras de arte.

Con esta exposición se recuperan hitos claves de esas décadas decisivas para el arte argentino y se propone una visión en conjunto de la obra de los protagonistas, quienes compartieron un proyecto a la vez nacional y cosmopolita. Con un objetivo común: educar e instalar el gusto por el arte en la Argentina, y posicionar a Buenos Aires como una gran metrópolis de la cultura pictórica.

Estos artistas que fueron parte de la llamada "generación del 80" - Eduardo Schiaffino, Eduardo Sívori, Angel Della Valle, Ernesto de la Cárcova, Graciano Mendilaharzu, Augusto Ballerini, Reynaldo Giudici, Severo Rodríguez Etchart, Ventura Marco del Pont, Lucio Correa Morales y Rogelio Yrurtia, entre otros - delinearon con sus obras, sus iniciativas culturales y sus polémicas, un campo específico para las artes plásticas.

La exposición, curada por Laura Malosetti Costa, autora del libro Los Primeros Modernos, cuenta con obras emblemáticas del patrimonio del MNBA y otras colecciones públicas y privadas. Estará abierta al público desde el póximo viernes hasta el 20 de agosto.

24 junio 2007

23 junio 2007

Con una ayudita de mis amigos: Nora Abdala



DIVAGACIONES EN TORNO AL DEUTSCHES REQUIEM, O BORGES y BRAHMS

Por Nora Abdala

Teniendo en cuenta, según fuentes biográficas y literarias, que:

-Borges estableció con la música una relación más bien pobre. El mismo ha confesado ser un verdadero ignorante en la materia.
-Una excepción la constituye su pasión por la milonga y las primeras manifestaciones del tango. Dan testimonio de ello sus libros "Evaristo Carriego" y "Para las seis cuerdas".
-Shopenhauer, filósofo por el cual Borges sentía una profunda admiración, sostenía que la música posee un carácter excepcional frente a las otras manifestaciones artísticas, porque su lenguaje es universal y su efecto sobre el espíritu humano permite la expresión de lo más íntimo del ser.
-Las referencias a Johannes Brahms son frecuentes en las conversaciones de Borges. Como también dan
constancia de su predilección por el compositor dos obras de su producción: el relato "Deutsches Requiem" y el poema "A Johannes Brahms".

Ante la perspectiva de un escucha musical "ingenuo" surge una pregunta inevitable: ¿qué relación se establece entre la música de Brahms, en especial su "Ein Deutsches Requiem", y el gran escritor argentino? ¿Qué mecanismos subterráneos operaron en su creación, sin haberlos dejado escritos con la exactitud, por ejemplo, que brindaba en sus ensayos? Intentar develarlo nos sitúa en el vasto terreno de la especulación y sabemos que sólo se puede arribar a una mera sospecha. Lo que no impide – o mejor dicho, anima – a elucubrar una lúdica trama tentadora.

Repasemos, rápidamente, algunas consideraciones sobre "Una especie de requiem alemán", estrenado bajo la batuta del propio Brahms en al año 1867, en Viena, poco tiempo después de haber terminado su composición. Luego, en el año 1868, el compositor realizará una revisión con el aditamento del V movimiento, compuesto en el transcurso de ese mismo año.Se supone que la génesis de la célebre obra se remonta hacia 1857 y que podría tener una estrecha vinculación con la muerte de su querido amigo Robert Schumann, acaecida apenas un año antes. Si bien es cierto que la composición del Requiem se dilató durante varios años, no es menos coincidente que su concreción (varios de los movimientos fueron terminados en tan sólo seis meses) se halla íntimamente ligada a la muerte de su madre, en el año 1865.

Tampoco debe dejar de señalarse el significado del año 1866 en la historia alemana – año de la guerra Austro-prusiana – y su repercusión de violencia y muerte colectiva,emparentada con la íntima y familiar que asoló al compositor. Johannes Brahms concibe en el Requiem la idea de crear su propio texto, realizando una sutil selección de los pasajes bíblicos que no corresponden a la liturgia fúnebre de ninguna iglesia en particular. Para ello se vale de la traducción que hizo Lutero de La Biblia, del Viejo y Nuevo Testamento. Resulta evidente la distancia que quiere tomar en la tradición de la misa latina (ejemplos señeros lo proporcionan Mozart y Beethoven) y en especial de su función litúrgica como rezo para los muertos. Es por eso que decide llamarlo "Una especie de requiem alemán" y no taxativamente "Requiem alemán". Su obra se distingue por la intención de representar un canto de consolación para los vivos y no para el recuerdo de los muertos.

El eje que articula la selección de los textos apunta a subrayar la trascendencia de la vida, pero muy particularmente, aspira a cubrir una necesidad conmovedoramente humana ante la muerte: una especie de comodidad vital que brinda la esperanza, la recompensa de un paño sonoro que atenúe el dramatismo que provoca el final inevitable.

La confianza es una de sus señales. También Borges, en el paratexto del relato "Deutsche Requiem" - que es la narración autobiográfica de un exterminador nazi, regente de un campo de concentración - con la cita de Job, nos remite directamente a la cuestión: "Aunque él me quitare la vida, en él confiaré".


El personaje del relato, Otto Dietrich zur Linde, destaca la admiración que siente por la variedad en Brahms. El adjetivo con que califica al compositor es el de "feliz", exactamente el mismo que le endilgará a la obra poética de su víctima, el poeta judío David Jerusalem. La felicidad en correspondencia con la variedad. Pulula en el personaje esa idea de Shopenhauer, su filósofo de cabecera, en la que los contrarios se complementan –en esencia y en apariencia- a través de la representación artística.

El Requiem de Brahms es, de alguna manera, una desviación en la tradición de la música. Aunque imbuido en lo estrictamente musical de la sólida presencia del academicismo clásico, entrevera una contradicción inherente a la formación familiar protestante del compositor y la transformación que sufriera posteriormente como librepensador y agnóstico. El significado expresivo de los textos elegidos por Brahms tiene una particular característica: la omisión específica de cualquier mención a Jesucristo. Este artista de la modernidad, de alguna manera, rehúye la idea de la salvación de los hombres por medio de un hijo de Dios en la tierra. Otto sintetiza la idea central de su teoría para combatir "las timideces de la piedad cristiana" al referirse a Jesús (como antagonista de Hitler): "El mundo se moría de judaísmo y de esa enfermedad del judaísmo, que es la fe de Jesús (…)". La omisión en uno y el signo negativo en otro fijan una posición curiosa y paralela frente al gran problema religioso: el de la credulidad. Problema que a Otto, ante la inminencia de su ejecución, lo hará sucumbir frente a un viejo dilema: "Que el cielo exista, aunque nuestro lugar sea el infierno".

El propio Borges ha manifestado en referencia a su postura religiosa: "Ser agnóstico quiere decir que todo es posible, incluso Dios. Hasta la Santísima Trinidad. Siendo agnóstico vivo en un mundo, más grande y más fantástico, casi espectral". La misma voluntad que atrae a Otto, en su lectura de Shopenhauer, aquella que constituye el motor de la metafísica y es la que permite al narrador la posibilidad de la escritura: representar el más variado espectro de conmiseración hacia su personaje.

Muy suscintamente, nos hemos limitado a cierta singularidad del texto del Requiem de Brahms, que Borges debe haber apreciado desde el conocimiento de su alemán erudito. En cuanto a la sonoridad, al entramado armónico, ¿qué podemos decir que escuchó Borges?

Cada una de las unidades textuales tiene en Brahms su fragmentación, cada cita es un aparte, la compactación se resuelve en su unión con la música.Esto a Borges le debe haber resultado fascinante, aquello que le hace decir en su poema "A Johannes Brahms":

"Mi servidumbre es la palabra impura,
vástago de un concepto y de un sonido;
ni símbolo, ni espejo, ni gemido,
tuyo es el río que huye y que perdura".

Lo que no se encuentra sometido a la tiranía del concepto son las formas musicales que dibujan ese monumental collage del consuelo que creó Brahms. Basta el ejemplo del tratamiento del contrapunto y la fuga bachiana que el compositor retoma, a pesar de las críticas que sus contemporáneos románticos le lanzaran en su momento. La polifonía entre el coro y los solistas oficia una textura en la que los textos, a la vez, se solidifican y se expanden en una inusual masa sonora. Tal es el ejemplo que nos brinda el VI movimiento y sus interrogantes sobre la posible victoria de la muerte. Esta manifestación de fuga y contrapunto, ¿cómo puede estar presente en la prosa de Borges?

Un texto de confesión monódica, claro en la linealidad de su discurso, alberga, sin embargo, la sombra de una historia oscura conocida por todos. Lo omitido (incluso ese trozo de la narración en que la nota del editor cercena en aras de cierta "aparente" delicadeza) ensambla con esa tonalidad persistentemente oscura que Brahms imprime a numerosos pasajes de su obra.


Por fuera del texto propiamente dicho, Borges establece una especie de hiato que se consubstancia con la armonía severa en la que Brahms encorseta las palabras del texto sagrado. El hiato es vertebrado en Borges a partir del Otro. Este ejercicio de la alteridad posibilita el contrapunto entre sus personajes: el Otto límite y confesional y su editor moderado. Como tampoco debe escapar, en la recepción del lector, todos los ecos de la voz del propio autor: su ideología rotundamente anti-nazi, probadamente manifestada en escritos publicados entre los años 1937 y 1945, en la revista Sur.

Existe en el relato "Deutsches Requiem" una especie de coro, este coro es esa historia que pernocta en el imaginario colectivo, la que resuena en tono sombrío en el oído de todos nosotros: el horror del Holocausto, un sotto voce monocorde e inquieto.

Dos creadores convocados por un Requiem alemán ¿Alemán? Brahms ha dejado en claro que desearía extender el concepto a toda la humanidad. En realidad, manifestó en vida, una especie de arrepentimiento por el título restrictivo.

Borges encontró en el nazismo el paradigma de un mal mayor, el nacionalismo. La abominación de este mal lo hizo defender la opción incómoda para su tiempo de "sentir a todo el mundo como nuestra patria".
A estos dos agnósticos, dos "solterones" empedernidos – en el argentino con algunas variaciones iconoclastas – podemos verlos refugiarse en el lirismo conmovedor de la soprano que canta el texto de Isaías con vibración ctónica:

"Os consolaré
como una madre consuela a su hijo"

En la par convicción de desistir del dias irae, recurrente en las manifestaciones de los Requiem, la voz de la soprano, en el V movimiento, los acompaña en el camino de la cólera eludida. Su canto desgrana las posibilidades del gozar, después de la aflicción. Otto, que se encuentra casi en la categoría de muerto-vivo no sabe de este consuelo. Toda su genealogía se alimenta de su costado masculino.

El uno y el otro, espejos circulares, ecos de Requiem para los hombres vivos.

(Fragmento de "Borges, literatura y música", obra de la autora)

18 junio 2007

"Hagamos un trato", propone Benedetti


Compañera,
usted sabe
que puede contar conmigo,
no hasta dos ni hasta diez
sino contar conmigo.
Si algunas veces
advierte
que la miro a los ojos,
y una veta de amor
reconoce en los míos,
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro;
a pesar de la veta,
o tal vez porque existe,
usted puede contar
conmigo.
Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo,
no piense que es flojera
igual puede contar conmigo.
Pero hagamos un trato:
yo quisiera contar con usted,
es tan lindo
saber que usted existe,
uno se siente vivo;
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos,
aunque sea hasta cinco.
No ya para que acuda
presurosa en mi auxilio,
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

Mario Benedetti

Gina Lollobrigida fascinada con Yuri Gagarin en Moscú,1961


José Ingenieros dicta una clase de psiquiatría en 1904


Einstein, la ciencia y los azares cotidianos


Por Humberto Acciarressi

Cuando nació el 14 de marzo de 1879 en Alemania, su madre, Paulina Koch, se tomó la cabeza con las manos y exclamó: “Dios mío, ha salido deforme”. Más tarde, de ese mismo chico se dijo que era tarado, un deficiente, una persona sin porvenir. Pero “Dios no juega a los dados”: Albert Einstein, con sus iluminaciones científicas, se iba a convertir en el genio más trascendente de los últimos trescientos años. Con su insolencia bonachona, desde que en 1905 escribió en una oscura revista los antecedentes de su Teoría de la Relatividad - completada en 1911 y 1916 respectivamente -, se convirtió en el niño mimado de las universidades del mundo. También, claro, fue perseguido durante el sombrío reinado de Hitler, a quien no le importó que el premio Nobel de 1921 debiera emigrar a Suiza y más tarde a los Estados Unidos.La historia menuda, con su escalpelo, ha insistido en los vicios del genio.

Algunas biografías, basadas en su propia correspondencia y relatos familiares, lo describen como un sexópata, infiel con sus esposas y mal padre. Se dice de todo: que entregó a su beba Lieseri a un matrimonio serbio; que otro hijo, Eduard, falleció loco en Suiza sin que su padre nunca lo visitara; y que otro, Hans Albert, lo odiaba. La relación del sabio con las mujeres fue tremenda. Tuvo un romance con su prima Elsa Lowenthal - que luego fue su segunda esposa- cuando aún estaba casado con Mileva Maric. Elsa también sufrió lo suyo: las cartas de Albert dan cuenta de infidelidades y de, por lo menos, 72 escenas de violencia. Su biógrafo Roger Highfield sostiene que subestimaba a las mujeres, aunque adoraba su compañía.

Naturalmente Einstein fue mucho más que sus flaquezas humanas.Los biógrafos implacables registrarán cada una de sus pequeñeces.Pero más allá de sus vicios privados, quien reveló al mundo los secretos del átomo y revolucionó la ciencia con su Teoría de la Relatividad, ya había entrado en la inmortalidad muchos años antes de su muerte, ocurrida el 18 de abril de 1955. Por ese entonces ya había dejado de flirtear con las mujeres y, horrorizado por la posibilidad de una guerra atómica, no dejó pasar un día sin arengar a favor de la paz mundial.El antimilitarismo de su pensamiento también figura en sus cartas: “Que un hombre encuentre placer marchando en formación al compás de una banda me parece razón suficiente para despreciarlo”.

Colmado de honores, el sabio murió en la Universidad de Princenton.Para entonces, su humor sarcástico y filoso había dado paso a un carácter taciturno y melancólico,como si lo abrumara una legión de fantasmas surgidos de las cenizas de Hiroshima y Nagasaki.Demasiado injusto consigo mismo, cuando concluyó la guerra había dicho: “Yo apreté el botón”. Unos años antes había precisado: “El azar no es casual. Dios no juega a los dados”. Tal vez, las circunstancias de su vida tampoco hayan sido esclavas de factores azarosos.

(Publicado en La Razón, de Buenos Aires)

Osvaldo Soriano o el karma del best seller























Por Humberto Acciarressi

A diez años de su muerte, puede decirse que Osvaldo Soriano fue víctima de varios excesos que van más allá de su literatura. El primero, que fue el autor más leído durante casi una década en la Argentina y – como si vender bien fuera sinónimo de mala calidad – fue también uno de los más maltratados por la crítica académica. No es casual que el autor de clásicos como “Triste, solitario y final”, “Cuarteles de invierno”, “No habrá más penas ni olvido” o “Una sombra ya pronto serás” (las tres últimas con adaptaciones cinematográficas) no tenga más que algún trabajo perdido sobre su obra, mientras otros gozan de tediosos y largos estudios. Cuando el cáncer de pulmón le quitó el último soplo de vida el 29 de enero de 1997, sus editores – que habían pagado muy bien los derechos de autor – sospecharon que las ventas se irían al cielo. No ocurrieron así las cosas: sus libros dejaron de comprarse y, a un lustro de su muerte, una de las editoriales más grandes del mercado adquirió esos derechos por unos pocos miles de dólares.

Todavía debe estudiarse en profundidad la razón por la cual algunos autores deben esperar años para que la crítica los ponga en el lugar que les corresponde. Roberto Arlt y Manuel Puig, por motivos diferentes, fueron víctimas de la misma injusticia. Como ellos, Soriano fue fundamentalmente un contador de historias. Nada más, pero nada menos. En la falta de complejidad que se le achaca a su literatura está su fuerte. Lo que en otros es defecto, en él es puro mérito. Sus novelas no pueden desprenderse del tono periodístico de sus crónicas, así como éstas tienen una fuerte impronta literaria que las convierten en clásicos del género.

Fanático del futbol, amante de los gatos, fumador empedernido, obsesionado por el peronismo y sus internas, lector voraz con predilecciones bien marcadas por el policial negro norteamericano con Raymond Chandler a la cabeza, lo que ocurrió con Soriano después de su muerte es un exceso que el tiempo, más tarde o más temprano, va a reparar. Es el precio que casi siempre pagan los best sellers, es cierto que muy pocas veces injustamente. Osvaldo Soriano, para quien escribir equivalía a vivir, está entre ellos. El también, como varios de sus personajes, a la espera de un tiempo en que ya no habrá más penas ni olvidos.

(Publicado en La Razón, de Buenos Aires)

13 junio 2007

Primera ambulancia automóvil, Buenos Aires, 1901


La primera ambulancia automóvil de la fotografía que preserva el Archivo General de la Nación, es conducida por Dalmiro Varela Castex. Este nieto de Florencio Varela fue quién introdujo los autos en la Argentina,  el primero en tener el registro de conducir (el 14 de febrero de 1906) y, entre muchas cosas más,  el fundador y primer presidente del Automóvil Club Argentino.

11 junio 2007

Fernando Vallejo, cada vez más polémico


Por Humberto Acciarressi

Dice que Borges es un prosista menor, que Cortázar no sabía escribir, que García Márquez tiene una prosa pobrísima y que el mejor escritor de los últimos mil años es nuestro Manuel "Manucho" Mujica Láinez. Decir que no busca la polémica, es casi como sostener que el mundo es cuadrado. Hace unas semanas, renunció a su ciudadanía colombiana y adoptó la mexicana, "harto de la violencia" de su país.

Más delgado que la última vez que nos vimos, hace un par de años, pero con los entusiasmos intactos. Ahora, en plena promoción de "La puta de Babilonia" —un libro en el que vivisecciona a la Iglesia Católica y saca a luz crímenes y pecados documentados por todos los historiadores—, Fernando Vallejo pasó otra vez por Buenos Aires.

La obra tiene, justo es decirlo, esa voz tronante y casi dogmática que el propio escritor critica. Cuando se lo hacemos notar, tiene la sinceridad de reconocerlo: "Es cierto —confía—, por momentos parece un dogmatismo de cuño inverso. Como si fuera un antipapa". La risa que corona la frase, así como la amabilidad que lo caracteriza, permiten que le propongamos no hablar de lo que todos le preguntan por estos días (o sea sus enfrentamientos con la Iglesia, y sí de literatura. Vallejo acepta, pero antes aclara —para sentar un punto de arranque— que "hoy nadie sabe qué es eso de leer". Mientras, que otra cosa pueden hacer un colombiano y un argentino que tomarse un café.

-Suponiendo que tuvieras razón, ¿por qué creés que ocurre eso?
Es que en la actualidad casi nadie puede distinguir quién escribe bien y quién escribe mal. Hay quienes creen que el idioma literario y el coloquial son lo mismo. Por eso, por ejemplo, no se dan cuenta de lo que vale un escritor como Mujica Láinez.

-Es curioso que lo menciones, porque en la Argentina, lamentablemente, hace rato que no se lo lee.
Y eso habla muy mal de los argentinos. Los lectores, porque no lo conocen. Y los escritores, porque no saben escribir. Es pura ignorancia. Pero no te preocupes, que en Colombia pasa lo mismo. Ignoran a "Manucho", el mejor escritor en lengua española de los últimos mil años, y se entusiasman con Cortázar y Bolaño, que no sabían escribir.

-¿Y Borges?
Es, apenas, un prosista menor. Y como poeta no existe. Es puro sonsonete. La,la,lá... la,la,lá... la,la,lá. Otro de los grandes, a quien en España le sucede lo mismo que a Mujica, es Azorín. Ese fue un escritor de verdad.

-¿Y por qué será que nadie lee sus libros, algunos tan actuales como "Confesiones de un pequeño filósofo", o su hermosa biografía de Lope de Vega?
Porque la moda es desconocer a los grandes prosistas. Y además tenemos que el idioma se ha desvirtuado totalmente. A los escritores jóvenes les tocó este adefesio que tenemos hoy. Y por eso les gusta García Márquez, que tiene una prosa pobrísima y sin gracia. ¡Y pensar que en algún momento a Colombia le decían la Atenas sudamericana y tenía presidentes gramáticos!

-Vamos a coincidir en que tus juicios siguen siendo, al menos, escandalosos.
Pero yo desafío a cualquiera que sepa de lo que habla cuando se refiere a la literatura, a que hagamos una polémica pública. Yo les voy a hacer dar cuenta que el idioma está perdido, que ellos escriben mal, que Cervantes era un pésimo prosista, que Borges no conocía los recursos literarios y que, salvo Mujica Láinez y Azorín, casi no hay nadie que se salve.

-¡Pero si decís que hace años que no leés literatura!
Y es la verdad más pura. Trato de no perder tiempo. Por ejemplo, para escribir "La puta de Babilonia" —que es un término de los albigenses—tuve que estar años documentándome, para completar lo que ya sabía por haberlo vivido en carne propia.

-¿Cómo es eso?
Claro. Estudié con los salesianos, de manera que conozco el monstruo desde dentro. Pero, para ser honesto, debía documentarme. Y eso me llevó el tiempo que hubiera perdido leyendo novelitas de mala muerte.

-¿Te arrepentís de algo?
De haber nacido. Pero eso, en todo caso, fue culpa de mi madre. Deberían haberla esterilizado y adiós problemas.

(Publicado en La Razón, de Buenos Aires)

10 junio 2007

Kansei se disgusta cuando hablan de Bush

Los japoneses ya no saben que inventar. Ahora han creado a Kansei, un robot capaz de expresar emociones al escuchar determinadas palabras y reflejar hasta 36 expresiones faciales en su rostro. Por ejemplo, al escuchar la palabra "presidente", automáticamente la asocia con "Bush", "guerra" o "Irak" y genera en su rostro una expresión de disgusto. George está que tiembla.

09 junio 2007

Un par de andenes mal iluminados


" (...) La estación Pacífico se había empequeñecido con los años. Eso parecía, al menos. En realidad era un mísero galpón con un par de andenes mal iluminados. En otro tiempo, sin embargo, veía todo aquello coloreado por una luz misteriosa. La propia gente estaba impregnada de esa luz. Era espléndida, leve y gentil, como si no fuera a cambiar ni a morir nunca y la estación lucía como un circo. Pero la gente había cambiado de cualquier forma y la vieja estación Pacífico lucía ahora como lo que era, un mísero galpón de chapas lleno de ruidos y olor a frito (...) "

Haroldo Conti 
(Fragmento de "Perdido", de "Con otra gente")

"El grito", de Eduard Munch a Homero



Eduard Munch (1863-1944) es, como todos saben, el autor de varios cuadros titulados "El grito". En los últimos tiempos, dos de esas obras fueron robadas y recuperadas, para angustia y satisfacción respectivamente de los amantes de su arte. Uno de ellos, como puede observarse, el personaje de ficcíón más atractivo de la cultura popular de, por lo menos, el último medio siglo.

02 junio 2007

La culpa ajena de la hija de Pavlov











La noticia tiene un año, pero cayó en mis manos recién ahora y tiene vigencia. Lo único que no pude averiguar es si la mujer sigue viva. Pero vamos a la historia. La hija del famoso académico y fisiólogo soviético Iván Pavlov, Valentina Yermakova, se dedica a salvar perros, en un acto de penitencia por los sacrificios de animales que había practicado su padre en aras de la ciencia. "De niña no entendía por qué desaparecían cada mes los perritos que vivían en nuestra casa. Y cuando supe a qué se dedicaba mi padre decidí penar sus pecados. Renuncié a mi carrera de actriz de cine y dediqué mi vida a salvar animales", relató.

Su madre tenía 19 años cuando en 1927 empezó a trabajar como ayudante en el laboratorio de Pavlov, quien entonces tenía 77 y trabajaba en su conocida teoría sobre los reflejos condicionados de los perros. Ambos se enamoraron, empezaron a vivir juntos, y seis años más tarde nació Valentina, pero su madre guardó el secreto durante toda la vida y sólo antes de morir, hace dos décadas, reveló a su hija quién había sido su padre.

Fue entonces cuando Valentina vendió su piso en el centro de San Petersburgo, compró una casucha con una pequeña parcela en el poblado Kirovets, a cuarenta kilómetros de la ciudad, y se dedicó a recoger y a curar a animales abandonados, enfermos y heridos. Llegó a albergar a unos sesenta perros, cuarenta gatos y una veintena de pájaros y aves de corral. Estuvo casada dos veces. "Por los perros -declaró hace un año- he renunciado a mi vida familiar".

Diane Webber, en Frolic, en 1957



Portfolio de Florencio Molina Campos