19 diciembre 2006

La Buenos Aires de Horacio Cóppola


Por Humberto Acciarressi

¿Existió la Buenos Aires que retrató, para la eternidad, el ahora centenario Horacio Cóppola?, ¿o el arte, en este caso y como le hubiera gustado a Oscar Wilde, ha creado una realidad que excede al propio fotógrafo? Porque es difícil reconocer el caos citadino actual en las bellas, sugestivas, poéticas imágenes que Horacio Cóppola tomó en la lejana, lejanísima década del treinta.

Testigo de primera mano, el siglo XX no le fue ajeno. En el salto del alumbrado a gas a la luz eléctrica, puede resumirse el paso de la Gran Aldea descripta por Lucio V. López a la ciudad cosmopolita que , por entonces, figuraba entre las primeras cinco del mundo, en la que se cruzaban los aristócratas de la manteca al techo con los atorrantes de Roberto Arlt. Pero lo más importante no es que sólo vio esos cambios, sino que -dotado del don - pudo plasmarlos en esas imágenes que hoy nos maravillan y nos inquietan. No huelga aclarar que a Cóppola lo entusiasmaron otras artes y siempre se rodeó de escritores, pintores y músicos. En esa mixtura de intereses hay que buscar las raíces de su arte tan peculiar.

De la cultura del Berlin de entreguerras - donde conoció a su esposa Grete Stern - y de la filosofía de la Bauhaus, tomó mucho de lo que se vería en sus fotos de Buenos Aires, encargadas por el gobierno de la ciudad con motivo de su cuarto centenario. Una realidad que dejaba paso a otra con la ampliación de sus avenidas, la construcción del Obelisco y otras modificaciones arquitectónicas, necesitaba un cierre estético de "fin de civilización", alguien que supiera plasmar ese canto del cisne porteño. Cóppola fue esa persona. Y si el centenario fotógrafo hubiera sido un mero cronista, ahora no hablaríamos de él. Aquella Buenos Aires tuvo la suerte de tener un artista con todas las letras. Y lo más interesante es que aunque sus fotos retratan una realidad que ya no existe y que parece un fragmento de una edad de oro, a su vez son modernas y definitivas. En todo caso, podrá decirse que de eso se trata el gran arte. Y Horacio Cóppola, en la línea de los grandes del mundo, es un poeta de la imagen.

(Publicado en "Tiempo de Arte")